“Me llamo Chris Packham. Lo que probablemente no sepas, porque lo he escondido durante casi toda mi vida, es que mi cerebro es diferente al tuyo, porque soy autista”.
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Esta presentación podría corresponder a cualquiera de los millones de personas que viven con este trastorno. Pero esta declaración logró captar la atención de buena parte de Reino Unido cuando se emitió en televisión.
El motivo es que Chris Packham es uno de los naturalistas y presentadores de la BCC más queridos por la audiencia. Muchos descubrieron las maravillas de la vida salvaje durante más de tres décadas gracias a sus programas.
Packham decidió hablar a corazón abierto en un documental de BBC Two sobre la realidad con la que vive, pero que no le diagnosticaron hasta pasados los 40 años (hoy tiene 60).
Tenía síndrome de Asperger.
Y fue gracias a ese diagnóstico que todas las piezas inconexas de su vida comenzaron a encajar como un puzle.
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Con un honesto y poderoso testimonio, Packham quiso mostrar a la audiencia cómo es su mundo. Un mundo que experimenta de manera distinta, con sensaciones y sentidos intensificados al máximo y una mente que salta constantemente de un tema a otro.
El síndrome de Asperger es un tipo de autismo que afecta a las personas de por vida sobre cómo perciben el mundo e interactúan con los demás.
Las personas con asperger tienen una inteligencia media o por encima del promedio. Con el tipo de apoyo adecuado, pueden vivir una vida satisfactoria con sus propias elecciones.
Las estimaciones sobre el número de casos en el mundo son muy variables, pero se cree que más de la mitad de los casos alcanzan la edad adulta sin diagnóstico.
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“Soy un poco raro -resumió con calma-. Hay mucho de mí que es bastante normal. Hay muchas otras cosas que no son tan normales”.
El presentador narró cómo este síndrome ha definido en cierto modo casi toda su existencia. Cómo le obliga a hacer un gran esfuerzo en las situaciones sociales y cómo complica sus relaciones con otras personas.
Y lo que explica, por ejemplo, que no haya querido ir a una fiesta en los últimos diez años.
Las dificultades comenzaron ya en la escuela, donde el resto de niños lo marginaban por considerarlo diferente.
“Lo que me molestaba era que no lo entendía. No entendía por qué me señalaban y excluían. Esa confusión era una agonía. Si estás aislado, entonces es aún más difícil que encuentres ayuda cuando la necesitas”, recordó visiblemente emocionado.
Su refugio para sobrevivir fue, precisamente, la vida salvaje. Así, el presentador habló con nostalgia de su afición por coleccionar calaveras de zorro, lamer escarabajos o comer renacuajos vivos.
Poco podía imaginar que su afición -y salvación frente a los acosadores- sería a lo que acabaría dedicando de manera apasionada su vida profesional.
Un día, su hermana le sugirió “ir a la televisión y aburrir al resto del mundo con los animales, no solo a la familia”. Y ahí comenzaría su exitosa carrera.
Por eso, está convencido, el asperger también le ha beneficiado y ayudado a ser quien es hoy.
“Si hago mi programa (de televisión) es por el asperger, por mis diferencias neuronales. Eso permite ver las cosas con quizá mayor claridad, ver el mundo de modo diferente, en mi caso de modo muy visual”.
Honesto, directo y sin rodeos, Packham continuó hablando ante la cámara y compartiendo algunas de sus preocupaciones -su terror a perder las cosas que ama o su fijación con el orden- o cómo vivir solo en el bosque le ayuda a convivir con el asperger.
También confesó haber pensado en quitarse la vida en el pasado y cómo sus perros, en cierto modo, lo salvaron. “Me querían y no pude abandonarlos”.
Durante el documental, el presentador viaja a Estados Unidos para conocer radicales terapias que intentan eliminar los rasgos más problemáticos del síndrome.
Pero, tras conocerlas, no ocultó sus dudas e incertidumbres.
“Lo que he visto me deja claro que necesitamos entender mejor a las personas autistas, no intentar cambiar quiénes son”.
Tanto que, aunque reconoce que durante su adolescencia podría haber preferido no tener asperger por creer que su vida sería más fácil, su posición ahora es distinta.
“Si me ofrecieras una cura, desde mi propia perspectiva en la que estoy, te diría que no, gracias”.
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