Como era de esperarse, se ha confirmado la presencia del nuevo coronavirus SARS-CoV2 en el Perú. Dos jóvenes varones, uno de 25 años en Lima, y el otro de 29 en Arequipa, han sido diagnosticados con la enfermedad, denominada COVID-19. Ambos casos son importados porque fueron adquiridos en Europa y traídos al país. El paciente en la capital ha contagiado a cuatro personas de su entorno, por lo que el número total de COVID-19 en territorio nacional –hasta el cierre de esta edición– es de seis.
—Paciente cero —
Se denomina paciente cero al primer enfermo en un brote de enfermedad infecciosa. En otras palabras, es el primer caso, que de no ser detectado y aislado, puede diseminar la infección, contagiando a muchas otras personas.
En el Perú –y debido a que no hubo contacto entre ellos– se tienen dos casos cero, uno en Lima y otro en Arequipa. Como ya mencionamos, el primero ha originado cuatro casos secundarios: un niño de 7 años y tres adultos de 25, 51 y 74 años, todos en buen estado de salud. Es probable que el caso cero en Arequipa haya ya transmitido el virus, pero eso todavía está siendo evaluado.
— Contención —
Una vez identificado el caso cero, empieza el importante trabajo de profesionales de salud pública que –en un verdadero acto detectivesco– inician la investigación del brote. Para eso, entrevistan minuciosamente al paciente, buscando establecer una lista de personas con las cuales tuvo contacto desde su llegada al país. Estas también son identifi cadas y entrevistadas, y se les advierte que deben estar en cuarentena voluntaria en su domicilio.
Las guías para esta cuarentena domiciliaria voluntaria están claramente determinadas, y debe usarse una máscara en todo momento y estar atentos a la aparición de síntomas de resfrío, que es la forma como se manifiesta el COVID-19. Si alguna persona en cuarentena desarrolla la infección (caso secundario), se inicia de nuevo la investigación de sus contactos para poder también ponerlos en cuarentena y contener de esta manera la propagación del virus.
Si las autoridades de salud no toman en serio este importante paso en la contención del virus, este puede diseminarse en la comunidad, empezando a presentarse casos autóctonos, es decir casos en los que no hay vínculo con el importado o sus secundarios.
El paciente de coronavirus encontrado en Washington D.C. la semana pasada ilustra ese concepto. Un hombre de unos 50 años fue hospitalizado con COVID- 19, y no se ha demostrado ninguna historia de viaje o contacto con una persona enferma en los días anteriores. Eso indica que el virus ya está circulando en la comunidad, y es posible que la enfermedad esté siendo confundida con resfrío o gripe.
Al parecer, los importantes brotes en Italia, Irán y Corea del Sur demostrarían que la contención de los primeros pacientes no fue la más adecuada.
Sabiéndose que una persona enferma puede contagiar a 2,6 personas, y que el tiempo promedio de incubación (días hasta que se presenten los primeros síntomas después del contagio) es de cinco a seis días, se calcula que después de diez generaciones de transmisión, un paciente cero no identificado puede generar más de 3.500 infecciones, de las cuales el 85% no presentará síntoma alguno o estos serán leves, pero definitivamente podrán contagiar.
De ahí la importancia de que, una vez identificados los casos iniciales, los sistemas de salud estén preparados para contener la brusca propagación del virus en la comunidad.
— Corolario —
En primer lugar, debe recordarse que el COVID-19 es una enfermedad que en el 80% a 85% de los casos, o no presenta síntomas, o estos son muy leves, muy parecidos a los de un resfrío (estas personas generalmente no buscan consulta médica). El 10% al 15% va a presentar síntomas más intensos (dolor de cabeza, malestar de cuerpo, dolor de garganta y tos seca intensa) y generalmente busca ayuda. Solo el 5% (ancianos debilitados por enfermedades crónicas) experimenta una enfermedad más severa y desarrolla neumonía, que, a diferencia de la gripe, no es bacteriana, sino viral. El porcentaje de mortalidad está entre el 2% y 3%, y se espera que cuando se hagan más pruebas del virus en la comunidad disminuya a su verdadero nivel.
Por otro lado, y esta es una buena noticia para los padres de familia preocupados por sus niños, solo el 0,9% de los menores de 10 años se enferma. A pesar de ese bajo porcentaje, un niño infectado puede contagiar a padres y abuelos con mayor riesgo de complicaciones. De allí la orden de cerrar escuelas en algunos países con alta prevalencia de circulación del virus.
En lo personal, las medidas básicas de contención de una gripe valen para el COVID-19: respetar a los demás tosiendo y estornudando en papel descartable, quedarse en casa si se tienen síntomas, evitar lugares muy concurridos y lavarse las manos continuamente con un jabón simple sin antibacterianos (estamos combatiendo un virus, no bacterias). Geles de alcohol deben usarse solo cuando no hay agua y jabón.
El resto depende de la eficiencia del Ministerio de Salud, que tiene el reto de hacer que sus recomendaciones sobre el lavado de manos se cumplan en sus propios baños de postas y hospitales, que no tienen agua, jabón ni papel.
Igual, el Ministerio de Educación tiene el reto de proveer los mismos utensilios de higiene en las escuelas; de otro modo, los alumnos no podrán seguir las indicaciones de sus profesores, de lavarse continuamente las manos para evitar enfermedades.
Si algún beneficio debe obtener el Perú de esta emergencia de salud pública, es la creación de un plan nacional de saneamiento y salubridad.