Normalmente los padres, cuando se enteran de que van a tener un bebé, tienen tiempo de hacerse a la idea de cómo cambiará su vida.
A efectos prácticos pueden arreglar la habitación, comprar las cosas que necesitará el recién nacido y buscarle con mimo un nombre.
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Sin embargo, cada año nacen cientos de bebés de madres que no sabían que estaban embarazadas.
Klara Dollan fue una de ellas. En 2016 experimentó lo que se conoce como embarazo críptico.Le contó al periodista Nihal Arthanayake, de BBC Radio 5 Live sobre aquel día que comenzó como otro cualquiera y acabó convirtiéndose en madre.
Era lunes por la mañana. Me desperté a las 4 de la madrugada con los peores calambres menstruales que había tenido en mi vida.Había tomado la píldora sin descanso durante los últimos seis meses, sin ninguna interrupción.Pensé que mi periodo se estaba tomando la revancha en forma de dolor. ¿Por qué tiene que pasarme el primer día de un nuevo trabajo?
Mi madre me dio un poco de paracetamol y me dijo: “Tienes que irte ya”. Los dolores iban y venían. El último había durado tal vez medio minuto.No era algo que hubiera experimentado antes. Estaba sudando.Cuando llegué a la oficina, el dolor me invadió por completo, y recuerdo que se me rompió el lápiz en la boca y que tenía las uñas clavadas en mi cuaderno.
Me dirigí a mi jefe y le dije: “Tengo que irme, no me siento bien”. Así que me fui.
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Cuando llego a casa, busco en mi bolso y mis llaves no están. Así que llamo a un cerrajero. Tarda dos horas en llegar.Me paseo de un lado a otro y camino porque eso ayuda al dolor. Estaba dándole vueltas a muchas cosas en mi mente.Pensaba en las citas que había tenido en los últimos meses y me dije: “¡Eso sería imposible!, ¡Estaría embarazada de nueve meses!”.Cuando llegó el cerrajero, realmente estaba desesperada. “Voy a tener que derribar tu puerta”, me dice. Y me pareció bien.
Así que entro y me meto en la cama. El único lugar donde me siento cómoda es en el baño.Llegados a este punto, los dolores se producen cada vez con más frecuencia y empiezo a gritar.
[El portero del edificio] Me oye y le digo: “Llame a la ambulancia, me siento muy mal”.
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Estoy sangrando con fuerza. Mi portero no sabe qué hacer, así que llama a la puerta de mi vecina, que trabaja desde casa.No la había visto nunca, pero cuando entra en mi baño estoy medio desnuda. Le digo que creo que estoy teniendo un aborto involuntario.Es ella la que llama a una ambulancia. Entonces mi mente deja de pensar y es mi cuerpo el que lo hace todo por mí.
Empujo y vuelvo a empujar y veo salir una cabeza. El cuerpo me está pidiendo que empuje.Lo hago y así es como nace mi hija, Amelia. Era una recién nacida perfecta y gritaba. Estaba llorando y yo también.Me desmoroné completamente.La gente tiene 9 meses para prepararse para ser padres. Yo tuve dos segundos para descubrir qué va a pasar con mi vida y qué debía hacer.
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Según la profesora Helen Cheyne, de la Universidad de Stirling, en Reino Unido, el término se usa referido a las mujeres que no tienen idea de que están embarazadas, algunas, incluso, no se enteran hasta que están de parto.Algunos casos se asocian con períodos de estrés en los que la mujer puede no tener, o no experimentar, los signos habituales de embarazo.Incluso las mujeres que tienen períodos irregulares o ausentes todavía experimentan algunos síntomas de embarazo.Incluso considero ocultarlo todo.Cuando llega la ambulancia, cuatro paramédicos entran en mi pequeño baño.Se llevan a la bebé para revisarla, la limpian un poco y le cortan el cordón umbilical.
Pesa 3,2 kilos. Luego nos llevan en dos ambulancias al hospital.
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Lo primero que se me vino a la mente es cómo iba a sacar adelante a esta niña desde el punto de vista financiero y cómo había sido posible que no notara ningún síntoma de este embarazo.No tuve antojos, no me dolía la espalda. Durante este embarazo había tenido pequeñas manchas de sangre, que consideré como dos de mis periodos.Estuve tomando la píldora seis meses seguidos y dejé de tomarla dos semanas antes de que naciera Amelia.
No sentí sus pataditas porque mi embarazo tuvo lo que se llama placenta posterior, cuando la placenta se sitúa en la parte posterior y coloca al bebé más cerca de tu espalda.Cada vez que mi hija se movió, yo sentí algo así como mariposas, o incluso movimientos intestinales.No notaba que había un bebé creciendo en mi interior.
La gente ha dicho sobre mí que toda esta historia es falsa, que la inventé. Pero yo no haría eso porque ponía mi salud y la del bebé en riesgo.Definitivamente no quiero ocultarle a Amelia la historia de su nacimiento. Cuando sea el momento adecuado se lo diré.
La vida nunca ha sido mejor. Todo empezó a ir mejor después de que naciera Amelia.
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