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El nuevo director general de la Agencia Espacial Europea (ESA), el alemán Johann-Dietrich Woerner, quiere instalar un laboratorio permanente en la Luna en el que trabajen astronautas y robots, y que sirva de base para eventuales misiones a Marte, como centro de explotación minera o como complejo turístico.
“Propongo ir a la cara oscura de la Luna y crear una 'aldea lunar', que no significa que vaya a tener casas, ayuntamiento e iglesia, sino un lugar para que los distintos países puedan aplicar sus competencias a través de astronautas o de robots”, declara en una entrevista el responsable de la ESA para los próximos cuatro años.
Ingeniero civil de 60 años y hasta ahora responsable de la delegación germana ante la ESA, indica que este proyecto permitiría construir “un laboratorio en la propia Luna donde se pudiera construir un telescopio que, aprovechando la sombra, permitiera una mejor observación que desde la Tierra”.
“También llevar a humanos, como punto intermedio para llegar a Marte. Y está la posibilidad de desarrollar la minería lunar, el turismo... una gran gama de actividades que deberíamos empezar a discutir ahora”, agrega.
El lugar con que sueña Woerner, una idea que propone la NASA desde hace años, sustituiría a la Estación Espacial Internacional, laboratorio construido por módulos que orbita alrededor de la Tierra desde 1998 y que supuso un hito en la colaboración internacional en el espacio, pero cuya vida útil terminará entre 2024 y 2028.
Por ahora, Europa solo se ha comprometido a participar en esa aventura científica hasta 2020, así que el primer objetivo de Woerner pasa por prolongar la contribución europea a la EEI para involucrar después a la ESA en la construcción de una “aldea lunar”.
“Si alguien viene con una idea mejor, estupendo. Pero al menos tenemos un punto de partida”, explica Woerner, que dirige una organización con un presupuesto para 2015 de 4.433 millones de euros (4.8 millones de dólares), notablemente inferior a los 14.000 millones de euros (15 mil millones de dólares) anuales de la NASA o a los 8.800 millones (9 500 millones) de la rusa Roscosmos.
Proyectos espaciales de largo aliento
El futuro de la experimentación espacial tras la EEI es solo uno de los muchos expedientes que tiene Woerner entre manos, en un área donde los proyectos son muy ambiciosos e innovadores y se desarrollan en el largo plazo.
Un claro ejemplo es la sonda Rosetta, que comenzó a diseñarse en los años ochenta del siglo pasado, se aprobó en 1993, se lanzó en 2004 y tras diez años viajando por el espacio, el pasado noviembre logró posar a su módulo Philae en un cometa y colocar “a la ESA en los libros de historia del espacio”.
“Rosetta es un ejemplo perfecto de que algunos se equivocaban pensando que a los ciudadanos de a pie solo les interesa el retorno directo de la inversión financiera. La gente está mucho más interesada en la ciencia y la exploración espacial”, comenta.
Ese entusiasmo por lo desconocido es lo que impulsa la exploración científica, con objetivos aparentemente imposibles pero tecnológicamente viables, como en su día lo fueron el descubrimiento de América y los descensos a las profundidades marinas o como en el futuro lo será la conquista del planeta rojo, resume.
“Estoy seguro de que los humanos iremos a Marte, pero no puedo decir cuándo. No es como ir a la Luna, donde si hay un problema, como con el Apollo 13, en dos días estás de vuelta. Se tarda dos años en volver de Marte con los sistemas de propulsión utilizados ahora”, dice Woerner, que estaría “muy contento de que fuera una mujer” la primera en poner un pie en el planeta vecino.
Lo dice un hombre que en su primer día de trabajo a los mandos de la ESA citó en su blog al maestro Yoda de “Star Wars”, cuando el pequeño jedi verdoso le espetaba al joven Luke Skywalker: “Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes”.
“Pero estamos hablando de un futuro muy lejano. Es mejor que nos centremos en el futuro próximo, no en ir a Marte sino en volver a la Luna”, agrega un ingeniero que cree que el ser humano no está solo en el cosmos.
Hay tantos sistemas en el universo que la probabilidad de que estemos solos es muy pequeña, dice, y añade que “el problema son las distancias, por ejemplo, de mil millones de años para que llegue una señal de radio a un punto. No digamos ya viajar... Quizá en el futuro tengamos mejores tecnologías, como la nave Enterprise de Star Trek...”, bromea.
“La posibilidad de que haya vida es muy evidente, pero nosotros no la conoceremos”, concluye el sucesor del exastronauta francés Jean-Jacques Dordain en la dirección general de la ESA.
Fuente: EFE