Una nueva investigación muestra que tanto la cantidad como la calidad de lo que le digan los padres a los bebes y los niños que comienzan a caminar ayuda a afinar el cerebro de los pequeños de maneras que construyen herramientas cruciales de lenguaje y vocabulario, una clave para combatir la laguna verbal de mala fama que coloca a los niños pobres en desventaja a una edad incluso menor de lo que se creía.
La idea es conectar palabras y significado, de forma que el cerebro se prepare para aprender a través de contexto, como por ejemplo: “Pongamos la naranja en este tazón con el plátano y la manzana y las uvas”.
CONVERSACIONES NATURALES
“Uno está construyendo inteligencia a través de lenguaje”, según explica Anne Fernald, profesora de psicología de la Universidad de Stanford. Y hay que evitar hablar tratando de imitar un lenguaje de bebes; es mejor usar oraciones más largas y más complejas.
“La recomendación que le doy a las madres es que tengan conversaciones con sus bebes”, dijo Erika Hoff, profesora de psicología de la Universidad del Atlántico en Florida. “Los niños pueden escuchar mucha conversación que no comprenden en términos de significado, y de todas formas se benefician de ello”.
VENTAJAS ACADÉMICAS
Desde hace tiempo los científicos están al tanto de que, antes de que empiecen a acudir al jardín de niños, los hijos de familias acaudaladas o de clase media han escuchado millones de palabras más que los de familias de bajos ingresos, lo que deja a los pequeños pobres con un vocabulario más reducido y menos preparados para tener éxito académicamente.
Fernald dijo que, según algunas mediciones, niños de 5 años de familias de ingresos bajos pueden tener un atraso de dos años con respecto a sus compañeros en exámenes de desarrollo de lenguaje, un desfase difícil de superar.