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La magnitud de la tarea es difícil de imaginar: un gigantesco mapa navegable de las miles de millones de galaxias que componen el universo.
Los científicos piensan hacerlo con un nuevo telescopio llamado SKA (siglas de Square Kilometre Array), un proyecto que aprovecha la superficie combinada de miles de antenas distribuidas a lo largo de Sudáfrica y Australia.
Pero el SKA no sólo monitorea las emisiones de luz como los telescopios convencionales: registra las débiles radiaciones emitidas por el hidrógeno, el elemento más común en el universo.
Por esta razón, los investigadores afirman que el telescopio podrá “ver” todos los rincones del universo, y crear una imagen de su forma nunca antes lograda.
Un estudio previo creó una imagen del universo que identifica dónde está ubicada la via láctea, entre otras 100.000 galaxias.
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“Podrás volar a través de él, por el 90% de la historia del universo y ver todas las galaxias a medida que las atraviesas, ver cómo se distribuye el gas en ellas y aprender cómo se forman las estrellas, el efecto de los agujeros negros y también entender la energía y la materia negra”, le dijo a la BBC Matt Jarvis, profesor de Astrofísica de la Universidad de Oxford, en Reino Unido.
Los expertos dicen que el mapa también les permitirá poner a prueba leyes fundamentales de la física, incluyendo modelos como la teoría de la relatividad de Einstein, e incluso buscar vida extraterrestre inteligente.
Tiempos cósmicos
La ventaja del experimento SKA, en comparación con los telescopios comunes, es la velocidad con la que escanea el cielo.
También permite fechar las emisiones, con lo cual se puede establecer no sólo la posición en el cielo sino también las distancias.
La desventaja es que la imagen que produce tiene una resolución mucho más baja que la que generan las técnicas basadas en la luz.
“Al observar miles de millones de galaxias en dos momentos distintos, con un intervalo de 10 años, el SKA podrá medir directamente la expansión del universo”, explica Hans-Rainer Klöckner del Instituto Max-Planck de Radioastronomía en Alemania.
Como la expansión cósmica ocurre a un ritmo mucho más lento en comparación con los tiempos humanos, el hecho de poder medirla constituye un “avance técnico de gran envergadura”, dice Klöckner.
La primera fase del proyecto concluirá en el 2023 y, para el 2030, todo estará finalizado.