El pasado 27 de junio el telescopio espacial Hubble, un instrumento administrado por la NASA y la ESA, ha logrado una imagen de Júpiter, el gigante gaseoso del Sistema Solar, a una distancia de 645 millones de kilómetros, en la que se ve perfectamente la “gran mancha roja” que caracteriza a este planeta.
Los astrónomos han destacado los colores de las nubes que logró captar el telescopio espacial que opera por sobre la atmósfera terrestre, por lo que logra una mejor “visión” que los instrumentos que se encuentran en nuestro planeta. La sorpresa es que supra incluso a algunas imágenes entregadas por Juno, la sonda que visitó Júpiter durante tres años.
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[La NASA halla un extraño planeta tan caliente que tiene forma de pelota de fútbol americano][Hallan un gigantesco agujero negro cuyo tamaño es seis veces el del Sistema Solar]“Júpiter es el rey del Sistema Solar, más masivo que otros planetas de otros sistemas estelares combinados”, escribió el telescopio en su cuenta de Twitter tras publicar la imagen, agregando que “a pesar de que los astrónomos han estudiado al gigante gaseoso por cientos de años, aún permanece como un mundo misterioso”.
Al igual que con las imágenes anteriores de Júpiter tomadas por Hubble, y otras observaciones de telescopios en tierra, la nueva imagen confirma que la enorme tormenta que ha azotado la superficie de Júpiter continúa reduciéndose. La razón de esto aún se desconoce, por lo que Hubble continuará observando este planeta con la esperanza de que los científicos puedan resolver este enigma.
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Incluso después de la misión de la NASA que orbitó casi 40 veces a este planeta, muchas dudas quedan sobre qué ocurre realmente en este cuerpo celeste, ya que poco se sabe sobre lo que existe bajo sus nubes y aquella gran tormenta en el hemisferio sur que genera la mancha roja y que se cree que existe hace más de 350 años.
De la imagen del Hubble también resaltan las distintas bandas de nubes paralelas de Júpiter. Estas bandas consisten en aire que fluye en direcciones opuestas en varias latitudes. Se crean por diferencias en el grosor y la altura de las nubes de hielo de amoníaco; las bandas más claras se elevan más alto y tienen nubes más gruesas que las bandas más oscuras.
Las diferentes concentraciones de nubes se mantienen separadas por vientos rápidos que pueden alcanzar velocidades de hasta 650 kilómetros por hora, según han detallado en el pasado los científicos.Fuente: Emol, GDASíguenos en Twitter:
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