Cada persona tiene una estación del año favorita, pero ¿y si no tuvieras que escoger una sola? ¿Y si pudieras vivirlas todas al mismo tiempo?
Eso fue posible a lo largo de este mes en un parque de Milán, Italia, el Jardín de las Cuatro Estaciones (Garden of the Four Seasons).
La idea nació de la mente del arquitecto italiano Carlo Ratti, director del Senseable City Lab, una iniciativa del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), EE.UU., para usar datos inteligentes en entornos urbanos y explorar cómo las nuevas tecnologías están cambiando la forma en que vivimos en las ciudades.
Ratti utilizó las llamadas tecnologías de control climático para hacer que los visitantes pudieran experimentar la primavera, el verano, el otoño y el invierno bajo un mismo techo.
Las diferentes estaciones fueron representadas en un pabellón enorme dentro de un espacio de 500 metros cuadrados en la plaza más importante de Milán, la del Duomo.
El objetivo: concientizar a la población sobre el cambio climático y hacer una declaración de intenciones sobre la necesidad de crear más espacios verdes en las ciudades.
Para lograr crear las estaciones, Ratti conectó las plantas a sensores digitales capaces de medir el agua, la temperatura, la humedad y los nutrientes, y asegurarse de que se mantenían sanas.
Alrededor de las plantas colocó una membrana de cristal de 5 metros de altura que filtraba el sol con base en la información facilitada por los sensores.
Unos planos fotovoltaicos sobre la estructura generaban energía limpia, proporcionado la cantidad adecuada de frío en invierno o el calor requerido para el verano.
- En el exterior del edificio, unas células fotovoltaicas recolectaron la energía solar.
- En el interior, bajo una estructura de membrana de ETFE (etileno tetrafluoroetileno) transparente, la energía fue canalizada hacia sistemas de calefacción y refrigeración.
- Todo descansó en dos variables: los niveles de iluminación y el calor.Los sensores inteligentes -con información en tiempo real- midieron el estado y las necesidades nutricionales de cada planta.
- Cada estación estaba separada solamente por una puerta giratoria.
“A medida que el cambio climático se vuelve más extremo, se hace más importante experimentar para modificarlo”, le dijo a la BBC Carlo Ratti.
Pero también hay una necesidad de traer más zonas verdes a nuestras “ciudades de cemento gris”, añadió.
Milán ya experimentó antes con la ecologización. Un ejemplo es su famoso Bosca Verticale (bosque vertical), que se ha convertido en un punto de referencia en el barrio Porta Nuova, el distrito financiero.
Creado por la firma de arquitectura italiana Boeri Studios en 2014, combina 20.000 plantas y 900 árboles con las viviendas de miles de residentes.
La compañía acaba de ser contratada por el gobierno de China para crear el primer espacio urbano ecológico del país: la ciudad forestal de Liuzhou, una “ciudad-bosque” con 40.000 árboles y un millón de plantas.
Su construcción comenzará en 2020 e incluirá la creación de oficinas, casas, hoteles y escuelas cubiertos con vegetación.
Una vez que la ciudad esté finalizada -se espera que aloje a 30.000 personas- absorberá 10.000 toneladas de CO2 al año y producirá unas 900 toneladas de oxígeno.
Pero el arquitectoStefano Boeri también está trabajando en otra idea para crear un Milán más verde: está planificando una reforestación urbana con la que espera transformar siete patios ferroviarios en una red de parques, bosques, oasis y jardines frutales para uso comunal, conectados a través de carriles-bici.
La empresa también tiene proyectos en París, Francia, varias ciudades de Países Bajos y Polonia, en donde está creando un bosque vertical para viviendas sociales.
“No se trata de edificios que alojen árboles, sino de hacerlos parte esencial de su estructura”, le contó Boeri a la BBC.
“Tenemos que tener en cuenta que el 75% del CO2 se produce en las ciudades, y los bosques absorben entre el 30% y el 35%, así que la única opción que tenemos es incrementar en número de árboles dentro de nuestras ciudades”.
A medida que aumenta el número de personas que viven y trabajan en entornos urbanos, tendemos a crear ciudades más habitables.
La implacable urbanización hace que las calles estén cada vez más concurridas y contaminadas. Pero no solo los espacios verdes promueven el bienestar.
El sentido innato de conexión que los seres humanos tenemos con la naturaleza, la biofilia, también puede jugar un papel importante a la hora de mejorar la calidad del aire para aislar los edificios y reducir el llamado efecto “isla de calor urbana”.
Varios estudios sugieren que las pareces verdes pueden rebajar la contaminación hasta en un 30%, eliminando el dióxido de nitrógeno y reduciendo las partículas que nos causan daños en los pulmones.
“Es absolutamente vital para la calidad del aire en nuestras ciudades que tengamos espacios verdes”, asegura Mak Gilchrist, fundador de The Edible Bus Stop, una firma de diseño con base en Londres, Reino Unido, que usa jardines comunales para transformar espacios contaminantes en mini parques.
“Hasta los espacios más pequeños pueden hacer un vecindario más feliz. Se convierten en lugares de orgullo. Cuando cultivamos los jardines le pedimos a la gente que se una para que los sientan como propios”.
Los jardines pueden proporcionar un espacio para que la gente se una, sostiene Agamemnon Otero, director ejecutivo de Repowering London, una organización que construye jardines solares en la capital británica.
Para Otero, también es esencial crear ciudades más ecológicas.
“Sentimos que somos parte un movimiento urbano para recuperar nuestras calles; tomar el gris urbano y transformarlo en un espacio donde el aire sea más puro, el agua más limpia y las calles más seguras”.
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