Bajamos la guardia. El incipiente calor del verano, la emoción de las fiestas de fin de año y la aplicación de las vacunas al 80% de la población nos distrajeron, seguro, de la realidad: la pandemia continúa. Oficializada ya la tercera ola, son muchas las preguntas que nos asaltan: ¿realmente podremos convivir con este virus?, ¿será nuestra tercera ola, la última?, ¿cuántas vacunas más necesitaremos?
Intentamos responder estas preguntas acudiendo a especialistas, a científicos y científicas quienes recomiendan que no olvidemos que la ciencia no es estática. El SARS-CoV-2 nos lo demuestra en tiempo real.
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La multiplicación de los virus
Convencida de que la variante ómicron no es letal, la sociedad peruana —harta de esta pandemia, como todas las sociedades del mundo— abarrotó centros comerciales, calles y plazas, aprovechando la Navidad y el Año Nuevo. Al cierre de esta edición somos testigos de las consecuencias y de la multiplicación de contagios. Recordemos que el virus no es un ser vivo y que, para expandirse, necesita de un huésped para multiplicarse. “Mientras más gente infecte, más se multiplica el virus, y un mismo virus puede tener muchas mutaciones cuando infecta a una persona con inmunosupresión, es decir, alguien cuyo sistema inmunológico no responde adecuadamente”, explica el doctor Carlos Medina, infectólogo de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, quien añade que este virus tiene la característica de ir mutando para adaptarse al ambiente.
Ante este escenario, la doctora Ángela Uyén, Asesora de Políticas y Defensa de la Salud en Médicos Sin Fronteras, explica que reducir las transmisiones es una manera de reducir la posibilidad de tener más mutaciones. “Es importante que recordemos que los coronavirus no solo están en humanos, sino también en animales”, señala. ¿Cómo evitar las transmisiones? Además del uso de mascarilla, evitar las aglomeraciones y vacunarse, es necesario que las sociedades protejan a las poblaciones inmunosuprimidas y —recordando que estamos en una crisis mundial— se apueste por la vacunación de los países más pobres.
Lecciones de salud pública
La relación de las sociedades con la noción de salud pública siempre ha sido, digamos, complicada. La doctora Ángela Uyén recuerda que, históricamente, ha habido una fricción entre las medidas de salud pública y las libertades individuales. “Esto se ve no solo en época de pandemia, sino en otros aspectos, en el control de los estados sobre la calidad de la comida, por ejemplo; o en el uso de drogas. Estas fricciones se agudizan en pandemia, pero no solo en el Perú. Hay sociedades donde es mucho peor. Países de Europa del Este, como Rumania o Bulgaria, tienen un muy bajo porcentaje de vacunación contra la COVID porque tienen grupos antivacunas incluso antes de la pandemia”, cuenta.
El doctor Carlos Medina añade que nuestro divorcio con la salud pública tiene que ver con que nuestra sociedad es reactiva: espera que llegue el problema y busca soluciones cuando este se presenta, cuando lo ideal es que una sociedad sea preventiva, y que se anticipe al problema para que no pase o para saber reaccionar si este aparece. “En nuestro país esto pasa en casos de dengue o de huaicos, no somos preventivos, sino reactivos. Actuamos cuando ya el mal está presente. En esta tercera ola ocurre lo mismo: esperamos que se presente para recién activar los equipos de respuesta”, añade.
¿Podemos convivir con el SARS-CoV-2?
Pregunta difícil pero necesaria. Sabemos que el ser humano ha convivido con diversos virus a lo largo de la historia, y que ha sabido hacerles frente a casi todos, aunque a costa de muchas vidas. En ese sentido, la doctora Uyén considera que esto de convivir con el virus está por verse. “Existen más de 200 virus respiratorios que se transmiten en la comunidad, cuatro de ellos son coronavirus, y ‘añadir’ uno más no es tan sencillo. Lo duro con este virus es que, a diferencia de otros, causa mayor mortandad en ciertos grupos específicos, como los mayores de 65 o personas con comorbilidades. Ahora mismo, el decir que vamos a convivir con él, quiere decir que vamos a aceptar esta mortalidad”, dice.
Para ella, esta convivencia dependerá de una decisión política y, por supuesto, no afectará a todas las sociedades por igual. Por ello, considera necesario invertir en herramientas que nos ayuden a sobrellevarlo, para tener una alta capacidad de respuesta, una buena vigilancia genómica, una buena cantidad de pruebas, medicamentos disponibles, buenos antivirales, vacunas y camas UCI en nuestros centros hospitalarios.
El doctor Medina, por su lado, cree que si este virus empieza a desarrollarse de tal manera que baja la mortalidad, la transmisibilidad y la letalidad, podría convertirse en una endemia y podríamos convivir con él, tal como convivimos con los coronavirus que causan el resfrío común y cuadros muy leves.
La vacunación
Si en algo coinciden los especialistas consultados es que la vacuna contra la COVID-19 es un milagro. La velocidad con la que se crearon múltiples vacunas es impresionante, y, ante la aparición de nuevas variantes, las investigaciones para contener el virus continúan. Pero, ante la aplicación de una tercera dosis de vacunación, salta la pregunta: ¿cuántas dosis más necesitaremos?
Lamentablemente, amable lector, no hay una respuesta a esa pregunta. Como dice el doctor Medina, hay que entender que el virus tiene solo dos años con nosotros, y aún no terminamos de conocerlo. La doctora Uyén, por su lado, añade que podemos esperar a que pronto aparezca una vacuna como la de la influenza, que nos colocamos cada año ante las variaciones que esta presenta.
“Si tenemos que leer o adivinar el futuro para saber cuántas vacunas vamos a necesitar, podemos caer en miedos injustificados”, dice la doctora Uyén. Recordemos que la ciencia es cambiante y que, a pesar de los escepticismos y los movimientos antivacunas, nos ha demostrado que, solo confiando en ella y en su avance, podremos salir de esto.