Dos jóvenes brasileñas, inspiradas en la voz de Greta Thunberg, encarnan la rebelión en defensa del medioambiente en el Brasil de Jair Bolsonaro, a cuyo Gobierno se le achaca no haber hecho lo suficiente ante la deforestación de la Amazonía y frente a los vertidos de petróleo en el litoral noreste.
Catarina Lorenzo, de 12 años, y Nayara Almeida, de 21, son el estandarte brasileño de la nueva ola de jóvenes “enfadados” por la indiferencia de la mayoría de países ante la degradación del medioambiente y los devastadores efectos de la crisis climática.
Cuatro años más joven que Thunberg, Lorenzo tomó consciencia del poder de los niños y adolescentes gracias a la sueca.
"Greta me dio coraje para mostrar al mundo que los niños también somos fuertes", reconoció en una entrevista.
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La joven, que reside en Salvador, la capital de la región litoral de Bahía, conoce personalmente a la figura que la inspiró.
En septiembre pasado, viajó hasta Nueva York junto con otros 15 jóvenes, entre ellos la activista sueca, para denunciar ante las Naciones Unidas la falta de compromiso gubernamental en la lucha contra la crisis climática.
Lorenzo, que sueña con ser surfista profesional como su padre, sufrió de primera mano la crisis que afectó este año los litorales del noreste del país por un misterioso vertido de miles de toneladas de petróleo, considerado una "catástrofe criminal" por el propio Bolsonaro.
"El día que llegué a la playa y lo vi todo negro decidí volver a casa, tomar mis materiales y mi máscara y volver para limpiar la arena", describió la activista, quien no pierde el optimismo.
"Si todos cuidamos un poco cada bioma, podremos cuidar juntos el medioambiente", añadió.
Otra de las portavoces femeninas contra la crisis climática en Brasil es Nayara Almeida. Para esta joven, frenar esa problemática medioambiental es también una dura lucha contra el reloj. "Comienza ahora, aunque era para haberlo hecho ayer y llevará mucho tiempo", indicó.
Además de articular la organización Fridays For Future de Brasil y ser miembro de "Engajamundo", Almeida, hija de una artesana y un comerciante, es una de las representantes de la delegación de la juventud brasileña en la cumbre del clima (COP25), la cita de Naciones Unidas que arrancó esta semana en Madrid y que sentará las bases para una nueva fase de acción climática.
Con la ausencia de Bolsonaro, el Gobierno brasileño está representado por el ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles.
Un llamamiento para una “alianza global”
Para Almeida, es preciso hacer un llamamiento a una "alianza global" que defienda el pulmón vegetal del mundo, como se conoce a la Amazonía, gravemente afectada los pasados meses de agosto y septiembre por una serie de incendios que estremecieron al mundo.
La estudiante de Biología quiere "dar voz a los problemas climáticos de Brasil" que "muchas veces no se escuchan ni dentro del propio país".
La joven, natural del estado de Río de Janeiro, criticó la falta de “actuación y compromiso” por parte del Gobierno de Bolsonaro, a quien pidió más “respeto y valor” por la causa.
Desde que llegó al poder el pasado 1 de enero, el mandatario brasileño ha puesto en su punto de mira a las organizaciones no gubernamentales, a quienes llegó a acusar de estar detrás de los incendios de la Amazonía.
Los ecologistas culpan al líder de ultraderecha por la destrucción del pulmón vegetal del planeta, cuya desforestación se disparó un 29,5 % entre agosto de 2018 y julio de 2019 y alcanzó su mayor nivel en 11 años, según datos del estatal Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE).
Ante esta pérdida, que equivale a 10 mil campos de fútbol, Almeida augura la necesidad "urgente" de "conciliar el modo de vida del hombre con la naturaleza", una tarea que está siendo liderada "principalmente por los jóvenes".
Mientras el Ejecutivo federal mantiene una postura tibia respeto a los acuerdos de París, el Gobierno regional del estado de Sao Paulo -el más poblado y el que más contamina en Brasil- se ha puesto manos a la obra.
El secretario estatal de Relaciones Internacionales, Julio Serson, explicó que acaban de lanzar una iniciativa para "reducir la emisión de gases de efecto invernadero a partir de 2020".
Esta iniciativa, en la que ya se adhirieron 55 empresas privadas comprometidas en el envío de informaciones relativas al balance de las emisiones, pretende "demostrar que es posible conciliar el desarrollo económico y sostenible".
"No podemos esperar a la COP26", sostuvo Serson, quien aseguró que "las empresas que no tengan preocupación por el medioambiente no van a sobrevivir a largo plazo".
Fuente: EFE
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