Ayer visité el Túnel de la Ciencia en la Universidad César Vallejo. En uno de los módulos había una cámara que detectaba la radiación infrarroja, es decir, una cámara con la capacidad de “ver” la temperatura de cualquier cosa que tuviera en frente. No desaproveché la oportunidad y me tomé una foto.Seguir a @tecnoycienciaEC !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
Como pueden ver, la temperatura no es homogénea debido al contacto de mi piel con el ambiente. Hay zonas como la punta de mi nariz cuya temperatura es menor a los 37 ºC que se consideran normales para un ser humano. El cabello, ni que decir. Su temperatura es casi similar a la del entorno. Sin embargo, si pudiéramos ver la temperatura del interior de nuestro cuerpo, esta sería mucho más homogénea. Casi todo de color blanco.
Los seres humanos —al igual que el resto de mamíferos y las aves— tenemos la capacidad de controlar nuestra temperatura corporal. Somos endotermos. Pero, ¿dónde se genera todo este calor? La respuesta obvia es en las células. ¿Cómo lo hacen? Disipando la energía generada por la degradación de los alimentos (metabolismo).
Si quieres saber más sobre este tema, sigue leyendo el más reciente post del blog Expresión Genética del biólogo David Castro.