Al parecer no fue nuestra culpa, sino que nuestros primos, los neandertales, fueron unos verdaderos desdichados, con mala suerte en la vida y en el amor.
Según cierto consenso que existía hasta ahora entre los científicos, fue responsabilidad del Homo sapiens la extinción de nuestros parientes corpulentos de cejas gruesas hace 40.000 años.
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Esa teoría cuenta que los neandertales comenzaron a desaparecer cuando una oleada de humanos modernos emigró de África hace unos 60.000 años y le supusieron una competencia tal que los llevó a desaparecer de la faz de la Tierra.
Pero de acuerdo con una investigación de un equipo de científicos de la Universidad Tecnológica de Eindhoven, en Países Bajos, al parecer, lo que creíamos estaba equivocado.
Según el estudio publicado esta semana en la revista científica PLOS ONE cuando los sapiens llegaron a Eurasia, ya la población de los pobres neandertales iba en picada por alguna jugada misteriosa de la evolución... o del destino.
“La principal conclusión de nuestro trabajo es que no se necesitaban humanos para que los neandertales se extinguieran. Ciertamente es posible que haya sido solo mala suerte”, indican las autores.
Y es que las simulaciones por computadora realizadas por el equipo sugieren que los neandertales estaban al borde de la extinción y lo habían estado durante cientos de miles de años cuando los Homo sapiens los encontraron.
Según los arqueólogos, más que el propio arribo de los sapiens desde África, es probable que una serie de eventos desafortunados haya confabulado en su contra y los haya llevado al límite.
¿Cómo llegaron a esta conclusión?
Durante el estudio, los investigadores realizaron modelos por computadora para intentar determinar cómo evolucionó la población de neandertales en un lapso de 10.000 años teniendo en cuenta tres factores distintos:
- la endogamia (se sabe que eran tan pocos y que al final terminaban reproduciéndose entre los miembros de su misma comunidad)
- el llamado efectos Allee (que explica que las poblaciones pequeñas no crecen debido a la limitada elección de pareja y porque cuentan con muy pocas personas para cazar, proteger los alimentos de otros animales y criar a los hijos del grupo)
- las fluctuaciones naturales en las tasas de natalidad, defunciones y proporciones de sexo.
Al final los resultados mostraron que para cuando los Homo sapiens llegaron a Europa la población de neandertales era tan pequeña que los tres elementos anteriores podrían explicar su extinción: se unieron tantos factores de “mala suerte demográfica” que, por sí solos, los habrían llevado a desaparecer.
El escaso número de individuos y la reproducción entre ellos, que limitaba la variabilidad genética, pueden haber preparado a la especie para la extinción, indica el estudio.
Sin embargo, dudan que en realidad esto haya obedecido a la competencia entre las dos especies, como ahora se creía.
Más bien, el estudio apunta a que se trata más de la forma en que los humanos que llegaban reformaron las poblaciones existentes de neandertales en sus hábitats.
Así, la hipótesis sugiere que los humanos primitivos podrían haber “acelerado el proceso de declive”, aunque no tuvieron una incidencia directa en la extinción.
De acuerdo con los académicos, así, solo hizo falta un grupo de fluctuaciones demográficas aleatorias para que desaparecieran para siempre.
¿Entonces el 'Homo sapiens' no tuvo ninguna culpa?
El estudio no absuelve del todo a los humanos que subieron desde África.
Los expertos creen que la llegada del Homo sapiens puede haber dificultado la migración de los neandertales y su reproducción con otras poblaciones y, de esta forma, haber exacerbado los problemas existentes, como la endogamia y los efectos Allee.
Sin embargo, dudan que en realidad esto haya obedecido a la competencia entre las dos especies, como ahora se creía.
Más bien, el estudio apunta a que se trata más de la forma en que los humanos que llegaban reformaron las poblaciones existentes de neandertales en sus hábitats.
Así, la hipótesis sugiere que los humanos primitivos podrían haber “acelerado el proceso de declive”, aunque no tuvieron una incidencia directa en la extinción.
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