La Organización Mundial de la Salud (OMS) revisó sus prioridades como hace periódicamente desde 2015 y fijó la lista de 8 enfermedades en las que, dado su potencial dañino, los científicos deberían centrar su labor investigadora.
La lista quedó plasmada en un documento publicado el pasado febrero conocido como Plan de Acción 2018 R&D, en el que se recogen estrategias y planes de contingencia para hacer frente a la amenaza que representan una serie de dolencias.
Y las ocho enfermedades identificdas como un riesgo global son estas:
Fiebre hemorrágica de Crimea-Congo.ggEnfermedad del virus del ÉbolaEnfermedad por virus de MarburgoFiebre de LassaSíndrome respiratorio por Coronavirus de Oriente MedioSíndrome Respiratorio Agudo GraveFiebre del Valle del RiftZikaEnfermedad X
La inclusión de la denominada Enfermedad X, un supuesto todavía inexistente, responde la voluntad de los científicos de prepararse frente a lo desconocido.
De acuerdo con la OMS,la hipotética Enfermedad X “representa la consciencia de que un agente patógeno actualmente desconocido podría causar una epidemia internacional grave”.
El doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, dijo: “La experiencia nos enseñó que lo que nos golpeará es algo que no previmos”.
Fauci recordó que eso fue lo que ocurrió en los casos del Zika y el Ébola.
Desde esta premisa, el documento del organismo internacional pretende ser una herramienta “para identificar aquellas enfermedades que suponen un riesgo para la salud pública por su potencial epidémico para las que no existen o son insuficientes las contramedidas”.
El virus que la produce causa brotes graves de fiebre hemorrágica, con una tasa de letalidad que puede llegar hasta el 40% de los afectados.
Esta enfermedad es endémica en África, la zona europea de los Balcanes, Medio Oriente y Asia.
Los principales responsables de su transmisión al ser humano son el ganado y las garrapatas.
Entre las personas puede transmitirse en caso de contacto con la sangre u otros líquidos corporales de los afectados.
No hay vacuna ni para personas ni para el ganado.
Esta enfermedad grave y a menudo mortal ha causado ya varias alertas sanitarias globales.
Su tasa de letalidad se sitúa en torno al 50%.
Los primeros brotes se registraron en aldeas remotas de la selva del África central y occidental.
El tratamiento de apoyo precoz con rehidratación y el tratamiento sintomático han aumentado el número de supervivientes, pero aún sigue siendo una grave amenaza.
La higiene y la seguridad en el enterramiento de los fallecidos por esta enfermedad es la mejor manera de prevenir contagios masivos como los que se produjeron en el brote de 2014-2016.
Es una enfermedad grave, frecuentemente mortal, de la que una especie de murciélagos actúa como huésped.
Este animal lo transmite a las personas y estas pueden transmitírselo entre ellas.
Los afectados por esta enfermedad sufren una fiebre hemorrágica grave y su tasa de letalidad ronda el 50%. Muchos de sus síntomas son indistinguibles de los del ébola.
La enfermedad debe su nombre a la ciudad alemana del mismo nombre donde se documentó su primer brote, en 1967, por culpa de unos monos llegados desde Uganda.
Pero los marburgvirus son endémicos del África ecuatorial y los brotes más recientes se han originado o producido en ese continente.
Se trata de una enfermedad hemorrágica aguda localizada en África Occidental.
El virus que la provoca se transmite al ser humano por contacto con alimentos o utensilios contaminados, o por los excrementos de roedores.
Según las estadísticas, muere entre un 1 y un 15% de los enfermos.
Pero todavía no existe vacuna para la fiebre de Lassa y este mismo mes se advirtió que la enfermedad se está extendiendo rápidamente en Nigeria y amenaza a otros países.
El virus que la produce fue detectado por primera vez en Arabia Saudita en 2012.
Es una enfermedad respiratoria cuyos síntomas son la tos, la fiebre y las dificultades para respirar. Habitualmente, suele ir acompañado de neumonía.
Ocasionalmente, también se acompaña de síndromes gastrointestinales como diarrea.
Según los datos de la OMS, un 35% de los pacientes ha fallecido a causa de la enfermedad.
Es una forma grave de neumonía provocada por un virus que se identificó por primera vez en 2003.
Los afectados padecen una molestia respiratoria aguda y, en el peor de los casos, mueren.
El brote inicial se produjo en 2002, originándose en Cantón, China, desde donde se extendió a otros países asiáticos y Toronto, en Canadá.
Poco después remitió, pero la OMS todavía lo considera un peligro.
Esta enfermedad tiene mayor incidencia en los animales que en las personas.
Los seres humanos se infectan por el contacto con sangre u órganos de animales infectados. A veces, también por picaduras de mosquitos.
No hay constancia de contagios entre humanos.
La mayoría de los casos son leves, pero algunos pacientes desarrollan una variante más grave que se presenta asociada a problemas oculares, meningoencefalitis o fiebre hemorrágica.
Según la OMS, el virus se identificó por vez primera en 1931 en el Valle del Rift, Kenia y “desde entonces se han notificado varios brotes en el África subsahariana”.
Pero como producto del comercio de ganado infectado, la enfermedad ha llegado a países como Somalia, Egipto, Arabia Saudita y Yemen, causando preocupación “por su posible propagación a otras zonas de Asia y a Europa”.
Esta enfermedad la causa un virus transmitido principalmente por mosquitos del género Aedes.
Quienes la sufren pueden sufrir síntomas agudos como fiebre moderada, conjuntivitis o dolores musculares y articulares. También pueden aparecer dolores de cabeza.
Se sabe que existe una relación causal entre el virus del zika y la microcefalia congénita que presentan muchos niños que han estado expuestos al virus.
Y, en ocasiones, la microcefalia conlleva problemas neurológicos.
El zika ha tenido especial incidencia en América Latina, sobre todo en Brasil.
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