“Siempre quise hacer un doctorado por alguna razón”, dice Everet Rummel, un analista de datos de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY, por las iniciales en inglés). Se embarcó en un programa doctoral en Ciencias Económicas inmediatamente después de completar su título secundario y el del master. Tenía 22 años. El plan -que, para el candidato promedio toma aproximadamente ocho añosterminó rápidamente, no por la característica eficiencia de Rummel sino porque nunca lo completó. “Lo dejé”, explica a la revista The Atlantic, atribuyendo la decisión a diferentes factores, muchos de ellos no directamente relacionados a sus estudios, pero todos apuntando al universal e implacable estrés de su programa de doctorado.
Un gran factor de estrés, dijo, fue el requerimiento de que todos los principiantes tomen los mismos tres cursos. Pero un factor mayor resuena entre los estudiantes de doctorados de todo tipo de disciplinas. La experiencia del doctorado casi siempre consiste en un trabajo intenso con baja paga resultando en falta de sueño y vida social. Además, hay una notoria jerarquía de la academia, que muchas veces promueve las luchas de poder y el tribalismo.
Para agravar las cosas, el beneficio por tanto estrés no es tal: un reporte de 2014 encontró que cerca del 40% de los estudiantes de doctorado no tenían un trabajo seguro al momento de su graduación. Lo que es más: aproximadamente el 13% con un título de doctor tiene una deuda de US$70.000 por su educación; en humanidades, el porcentaje es el doble. Y para aquellos que tiene un puesto académico, la data sugiere que cerca de un tercio de los part time- muchos de los cuales son graduados de doctorado- viven cerca o debajo de la línea de pobreza. Un nuevo estudio de un grupo de investigadores afiliados a Harvard resalta una de las consecuencias de estas realidades: los estudiantes de doctorado son desproporcionadamente tendientes a luchar con problemas mentales. Los investigadores entrevistaron a 500 candidatos a doctorados en Ciencias Económicas en ocho universidades, y encontraron que el 18% experimentaba síntomas moderados o severos de depresión y ansiedad. Eso es más de tres veces el promedio nacional, de acuerdo con el estudio. Aproximadamente uno de cada 10 estudiantes en la consulta de Harvard también reportaron pensamientos suicidas en varios días de las primeras dos semanas (otros recientes estudios han llegado a las mismas conclusiones, incluso uno publicado más temprano este año que describió la salud mental de los graduados como crítica). Los resultados del estudio, que también incluyen respuestas de una encuesta a 200 miembros de la facultad, indican que los problemas mentales de muchos estudiantes de doctorados son exacerbados, y causados por sus experiencias en los doctorados. Aproximadamente la mitad de los que respondieron en el estudio de Harvard con ansiedad o depresión habían sido diagnosticados un tiempo después de empezar sus estudios. Y los estudiantes más cerca de terminar eran más tendientes que aquellos que recién empezaban a reportar severos síntomas de ansiedad o depresión.
La Nación/GDA
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