(AFP). Trabajando en la noche y con temperaturas gélidas, científicos están enviando una sonda para recopilar muestras de las profundidades del Océano Ártico.
Una carrera a contrarreloj para descubrir los secretos del Océano más pequeño y menos estudiado del mundo.
“Toda el agua está siendo analizada para encontrar cualquier rastro de metal, por ejemplo hierro, manganeso, aluminio, isótopos…”, señala Manuel Colombo, investigador de la University British Columbia.
Cada verano, el rompehielos Amundsen actúa como un laboratorio flotante para cerca de 40 científicos.
Pero el alcance de su trabajo llega a más allá del territorio, en el Polo Norte.
“Los cambios en el Ártico influyen más allá del mismo Ártico y afectarán particularmente el norte del Atlántico, y posiblemente incluso el océano en su totalidad”, explica Roger Francis, Director de la misión científica paleoceanográfica (18 segundos en francés):
El derretimiento de los casquetes polares está reduciendo la salinidad de los océanos del mundo.
Esto podría alterar las corrientes y el movimiento de agua fría y caliente entre polos y el Ecuador, potencialmente haciendo a la Tierra inhabitable.
Para tener una mejor idea de lo que podría pasar, Natalie Theriault, investigadora de la Universidad de Manitoba, está recopilando centros de hielo para medir su composición salina.
“Estudiamos cómo el grueso de las diferentes capas de hielo está cambiando”, refire Theriault.
Basados en sus hallazgos, estos especialistas en el Ártico son categóricos: la cima del mundo ya se ha calentado tres grados Celsius desde el inicio de la era industrial y los cambios climáticos se aceleran.
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