La denominada Operación Mercurio ha marcado un antes y un después en la región más devastada por la extracción ilegal de oro. Desde que en febrero de 2019 se inició la erradicación de esta actividad en La Pampa, en Madre de Dios, se han observado desplazamientos de la actividad minera y el surgimiento de nuevos lugares donde se ha instalado la ilegalidad.
El Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP) ha realizado un análisis de imágenes satelitales en seis sitios impactados por la minería ilegal: La Pampa, Alto Malinowski, Pariamanu y Aypalon en Madre de Dios; Camanti, Cusco, y Chaspa, en la región de Puno. Las imágenes satelitales muestran el avance de la deforestación antes de la Operación Mercurio y cuáles fueron los cambios que se han presentado luego de que se iniciara este operativo contra la minería ilegal.
Según este análisis, la deforestación a causa de la minería aurífera retrocedió en 78% en los seis sitios evaluados en conjunto; sin embargo, el monitoreo muestra que en tres de estos lugares analizados – Pariamanu, Aypalón y Chaspa– la actividad ilegal no se redujo, sino por el contrario, aumentó.
“Esto significa que desde que se inició la Operación Mercurio, la deforestación por minería ilegal ha tenido una importante reducción, pero aún hay un remanente de minería ilegal que se debe erradicar”, dice Sidney Novoa, especialista en información geográfica de Conservación Amazónica (ACCA).
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Los nuevos sitios de la minería ilegal
Según el reporte de MAAP –que analiza el periodo entre enero de 2017 y noviembre de 2020– antes de la Operación Mercurio en La Pampa se registró la pérdida de 4450 hectáreas de bosque. Sin embargo, luego del inicio de las interdicciones realizadas por la Fiscalía Especializada en Materia Ambiental, la Policía y la Marina de Guerra, la pérdida del bosque se redujo a 300 hectáreas. La diferencia equivale a una pérdida de 6 232.2 campos de fútbol antes de febrero de 2019 a una dimensión actual de 420 campos de fútbol.
“En La Pampa, la deforestación minera era de 165 hectáreas por mes antes de la Operación Mercurio; mientras que ahora la deforestación alcanza las 17 hectáreas por mes”, señala el análisis comparativo realizado por MAAP, que cuenta con el apoyo de La Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) como parte del programa Prevenir.
Pero esta presión de la actividad minera en la Pampa y en Alto Malinowski se trasladó hacia otras zonas de Madre de Dios, principalmente Pariamanu y Apaylon. Mientras que en Camanti se mantiene y en Chaspa ha surgido.
Pariamanu es el sector donde ahora está creciendo la actividad ilegal. Las zonas aledañas al río del mismo nombre y al río Las Piedras se han convertido en el nuevo foco de minería ilegal en Madre de Dios.
Se trata de un lugar biodiverso que se extiende por tres provincias: Tambopata, Tahuamanu y Manu. En este territorio, además, se ubica una reserva indígena para pueblos en aislamiento, así como la comunidad nativa Boca Pariamanu.
Según el reporte de MAAP, la pérdida de bosque en esta zona bordeaba las 2.8 hectáreas por mes antes de la Operación Mercurio; mientras que actualmente la deforestación es de 5 hectáreas por mes, que significa un aumento del 87%. En total, en el período evaluado se ha pasado de 72 hectáreas deforestadas antes del ingreso a La Pampa a 98 hectáreas a partir de febrero del 2019.
En agosto de este año, Mongabay Latam publicó un reportaje sobre cómo avanza esta actividad ilegal en la cuenca del Pariamanu y Las Piedras, y las amenazas que afectan a los indígenas amahuacas de las comunidades aledañas.
En el reportaje se da cuenta de cómo el aumento del mercurio proveniente de las dragas ha obligado a los indígenas a dejar de pescar en el río. Además de las amenazas personales contra quienes se oponen a esta actividad ilegal.
“Desde que iniciaron los operativos en La Pampa, muchos mineros ilegales se han trasladado hacia otros lugares y han entrado a comunidades nativas, principalmente al sector de Pariamanu”, señala Julio Cusurichi, presidente de la Federación Nativa del Río Madre de Dios y Afluentes (Fenamad).
Cusurichi comenta sobre los conflictos y amenazas que enfrentan las comunidades. “Estamos preocupados. Los ilegales amenazan a las comunidades por oponerse a la minería”.
En Apaylon, ubicado en la zona de amortiguamiento de la Reserva Nacional Tambopata, la pérdida de bosques también ha ido en aumento. De 73 hectáreas antes de la Operación Mercurio a 78 hectáreas tras su implementación. En este sector de Madre de Dios la deforestación debido a la minería aurífera ha pasado de 2.8 hectáreas (3.9 campos de fútbol) a 4 hectáreas (5.6 campos de fútbol) mensuales, que significa un aumento del 43%.
En cuanto a Chaspa, ubicada en la zona de amortiguamiento del Parque Nacional Bahuaja Sonene, en Puno, se trata de un nuevo foco de minería ilegal. Igual que en los casos antes mencionados, se considera una consecuencia de la intervención en La Pampa.
En este lugar, las imágenes satelitales muestran una deforestación de 8.5 hectáreas por mes. “A partir de septiembre del 2019, registramos la deforestación de 113 hectáreas impactando la vertiente del río Chaspa”, señala el reporte de MAAP.
Novoa, de ACCA, menciona que Chaspa era una zona conocida por la presencia de cultivos ilícitos, que fue reportado por MAAP en anteriores oportunidades. “Este año se encontró que la minería se expandió muy rápidamente en una quebrada. Este lugar casi no tenía actividad hasta después de la Operación Mercurio”.
La fiscal a cargo de la Fiscalía Especializada en Materia Ambiental (FEMA) en Madre de Dios, Karina Garay, señala que en Chaspa se realizó un operativo en el que se detectaron 50 cargadores frontales que eran empleados en la minería ilegal, así como pozas de maceración de coca. La representante del Ministerio Público agrega que los reportes de MAAP y de Geobosques –monitoreo satelital del Estado peruano– son las referencias para ingresar a los lugares afectados por la minería.
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Operativos contra la ilegalidad
El 19 de febrero de 2019 se inició un megaoperativo en La Pampa, un sector ubicado en la zona de amortiguamiento de la Reserva Nacional Tambopata. Una investigación del Centro de Innovación Científica Amazónica (Cincia) reveló que la minería aurífera deforestó 95 750 hectáreas en 32 años. Cincia evaluó un periodo de tiempo entre 1985 y 2017.
Esta misma investigación indica que la minería ilegal e informal en las zonas de amortiguamiento la Reserva Nacional Tambopata, el Parque Nacional Bahuaja Sonene y la Reserva Comunal Amarakaeri devastó 31 000 hectáreas de bosque en el mismo periodo de tiempo.
Durante todo este tiempo, la Fiscalía Especializada en Materia Ambiental, la Policía y la Marina de Guerra han realizado operativos constantes para erradicar a los mineros ilegales de este sector y de Alto Malinowski, una zona también dentro del área de amortiguamiento de la Reserva Nacional Tambopata.
“La Pampa está controlada en un 98%”, dice la fiscal Karina Garay, responsable de la Operación Mercurio en Madre de Dios. Sin embargo, confirma el desplazamiento de las actividades ilegales a otros sectores donde ahora se están realizando trabajos de interdicción.
“Lo que pretenden al haberse retirado de La Pampa es trasladarse a otros lugares donde supuestamente el Estado no llegará. Pero ahí estamos”, indica Garay.
La fiscal de Madre de Dios precisa que los mineros ilegales que están en Chaspa no son desplazados de La Pampa, pues explica que el trabajo en esta zona de Puno se realiza con maquinaria diferente a las dragas. “Son condiciones diferentes, los de La Pampa se desplazan a otros lugares cercanos a Madre de Dios. En Chaspa, que corresponde a Bahuaja Sonene, ha existido minería ilegal y ahora está resurgiendo”.
En Alto Malinowski la tendencia también es a la reducción de la deforestación. En este lugar la minería arrasaba con 58 hectáreas por mes antes de la Operación Mercurio; ahora, en cambio, la deforestación bajó a 23 hectáreas por mes, una reducción del 60 % con relación a lo que ocurría antes de febrero de 2019.
En Camanti, en Cusco, la deforestación también ha descendido, según el análisis de MAAP. De acuerdo con las imágenes recogidas para el reporte, la deforestación minera en este distrito de la provincia de Quispicanchis en Cusco, ha pasado de 12.5 hectáreas por mes antes de la Operación Mercurio a 6 hectáreas por mes en la actualidad. Una disminución del 54% entre ambos periodos.
No obstante, en esta región la minería ilegal está resurgiendo en la zona de amortiguamiento de la Reserva Comunal Amarakaeri. Un reportaje publicado por Mongabay Latam en diciembre de 2019 alertaba sobre la presencia de una mayor cantidad de mineros ilegales en Quincemil, Camanti y en la reserva de la comunidad indígena tras la Operación Mercurio.
Garay menciona que durante este año se han realizado tres grandes operativos en esta localidad. El primero fue en julio, luego uno en agosto y el último el 29 de noviembre. “Hemos realizado un sobrevuelo y ya no hemos visto a los mineros”, asegura.
El jefe de la XV Macro Región Policial Madre de Dios, general Marco Antonio Lara Vergara, tiene otra hipótesis sobre lo que está sucediendo con la minería en el sur del Perú. “Creo que no se ha desplazado a otras zonas, sino que, al no haber una acción sólida contra esta actividad, se abren las puertas para que en otros lugares suceda lo mismo”.
Lara cuestiona la estrategia de los operativos que se centran en la destrucción de las dragas y maquinaria utilizada en minería ilegal. “Se detiene a los obreros y no se llega a las cabezas. Y es alrededor de ellos que ocurren los delitos de lavado de activos”.
También cuestiona el poco control que existe alrededor de los insumos usados para esta actividad como el combustible y el mercurio. El general Lara menciona un lugar en el río Mazuko que no es oficialmente un puerto pero está considerado como tal por donde ingresan embarcaciones que llevan estos insumos.
“Esta actividad ilegal es atractiva económicamente. El oro es más caro que la droga. Es una fuente de trabajo ilegal muy rentable. Un gramo cuesta 200 soles, si alguien extrae 10 gramos en dos o tres días está ganando 2000 soles, casi 700 soles por día ¿quién gana eso?”, se pregunta el general. Los mineros ilegales están cambiando, pero la zona deforestada sigue siendo la misma -agrega Lara- la gente encuentra nuevos lugares y sigue trabajando en la ilegalidad.
El artículo original fue publicado por Yvette Sierra Praeli en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.
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