Seguir a @tecnoycienciaEC!function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
Hoy en día es difícil imaginar cómo sería vivir sin saber exactamente qué hora es. Nuestro acceso a una lectura precisa del tiempo es casi onmipresente.
Pero hasta hace relativamente poco no era así. El reloj de pulsera, el primer medidor de tiempo para llevar puesto, no se utilizó hasta principios del siglo XX.
Pero según la historiadora Lisa Jardine, presidenta de la Sociedad de Horología Anticuaria, fue su antecesor, el reloj de bolsillo, el que se podría considerar “el primer teléfono inteligente del mundo”.
A fines del siglo XXVII, cuando los mejores relojeros de Europa competían por ser los primeros en idear un aparato más eficaz para medir el tiempo, mejorar la tecnología tenía absoluta prioridad.
Medir el tiempo, una cuestión de seguridad nacional
Alrededor de 1670, una de las personas que tenía un interés específico por el tiempo era Sir Jones Moore, el Inspector General de la Artillería Real en la Torre de Londres.
Alrededor de 1670, medir el tiempo con precisión era una cuestión de seguridad nacional.
-
Estaba a cargo de los abastecimientos militares en tiempos de guerra y debía proveerles a los comandantes militares y navales el mejor equipo posible para poder determinar ubicaciones con precisión.
Tanto la navegación como el trazado de mapas, a fines del siglo XXVII, eran esenciales para ganar una guerra.
Inglaterra estuvo involucrada en una sucesión de guerras contra los franceses y los holandeses en este período.
En este contexto, el diseño de relojes precisos fijos y portátiles era una cuestión de seguridad nacional.
Buscando un guardián del tiempo
La creación de cartas astronómicas y de navegación dependía de las observaciones realizadas con uno de los nuevos telescopios, para las que se necesitaba precisar con exactitud la hora.
La persona que lograra mejorar la precisión de los relojes ya existentes en la época se haría con una buena recompensa por fabricar y vender su máquina de medir el tiempo de última generación.
Los mejores relojeros ingleses competían con sus rivales holandeses por idear un reloj de pulsera que pudiera igualar la precisión de los relojes de péndulo de la época.
Con el científico holandés Christiaan Huygens como rival, dos ingleses trabajaron juntos para producir el primer prototipo.
Uno de ellos era el erudito Robert Hooke, que aseguraba haber sido el primero en inventar el reloj de pulsera con resorte regulador, un mecanismo que permite controlar la velocidad de giro de los engranajes del reloj y, por lo tanto, la velocidad de movimiento de las manecillas.
El otro era Thomas Tompion, considerado el mejor relojero de Londres de la época.
Con el ingenio de uno y el diseño del otro, produjeron un prototipo de reloj de pulsera que era ultra secreto y fue probado por el mismísimo rey de Inglaterra Carlos II en mayo de 1675.
Tras varios meses de pruebas, reales y científicas, comprobaron que el reloj funcionaba bastante bien y sólo difería en un minuto cada día con respecto al reloj de péndulo, según la historiadora Lisa Jardine.
Méritos retrospectivos
Pero al final, ni el prototipo de los ingleses ni el de su rival holandés se ganó la confianza de Inspector General Moore.
Lo que el militar buscaba era un reloj que pudiera mantener la hora con precisión y en las condiciones de adversidad de un barco en alta mar, para establecer su posicionamiento. Esa cuestión no se resolvió hasta un siglo después.
En retrospectiva, sin embargo, “los méritos de estos hombres merecen ser reconocidos por las mejorías que introdujeron en los relojes de bolsillo”, valora Lisa Jardine.
Después llegaron los relojes de pulsera.
A inicios del siglo XX se consideraban “poco varoniles”, recuerda la historiadora.
“Pero fueron adoptados durante la Primera Guerra Mundial para que los oficiales del ejército tuvieran acceso inmediato a la hora en que sincronizaban ataques”, añadió.
¿Algo en común con nuestros relojes inteligentes?
Cuando Sir Jonas Moore valoraba la utilidad militar del prototipo de reloj de Hooke, era consciente de que como herramienta de navegación podría ampliar los límites del mundo conocido y contribuir a la expansión del conocimiento humano.
“Los relojes de precisión le permitirían a los barcos navegar más lejos y con más seguridad para poder traer de vuelta lo desconocido y exótico”, describe Jardine.
“Hoy no valoramos la precisión en la medición del tiempo. Damos por hecho algo con lo que los virtuosos del siglo XXVII sólo podían soñar”.
Según la historiadora, los relojes inteligentes de hoy en día responden a una visión solipista de nosotros como individuos.
“Todo lo que hay que saber, o lo que merece la pena saber, es sobre nosotros mismos”, comenta.
“El reloj de Apple no sólo lleva una cuenta precisa del tiempo. Te permite ver el tiempo de la manera que es más relevante y útil para ti como individuo”.
Desde una perspectiva casi filosófica, para la historiadora poco tienen en común los relojes inteligentes del pasado con los inteligentes de hoy en día.
Los del pasado representaban una actitud osada y visible, mirando hacia un mundo exterior más grande y en expansión.
Los de hoy, según Jardine, incluido el famoso Apple Watch, son “un símbolo de cómo nos estamos mirando a nosotros mismos cada vez con un mayor narcisismo”.
“¿Soy yo la única que tiene esta impresión?”, se pregunta Jardine.