Cuatro estudiantes de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, en Estados Unidos, están desarrollando un nuevo tipo de esmalte de uñas que cambia de color al detectar en bebidas la presencia de drogas como Rohypol y GHB usadas con frecuencia para adormecer a mujeres antes de agredirlas sexualmente.
Según dice la página de Facebook de su compañía, Undercover Colours, su objetivo es “inventar tecnologías que le den poder a las mujeres para protegerse”.
El pintauñas, que todavía no está a la venta y sigue en fase de desarrollo, ha suscitado el interés de mujeres de todo el mundo a través de las redes sociales.
Pero tras los miles de elogios iniciales, los estudiantes, todos varones, enfrentaron duras críticas a su proyecto desde el sector que probablemente menos esperaban: el de las feministas y los grupos de presión contra las violaciones.
Cuando la tecnología se mete en terreno pantanoso
“Con nuestro esmalte de uñas cualquier mujer tendrá poder para protegerse discretamente, simplemente revolviendo la bebida con el dedo”, promueven los creadores de la tecnología. “Si la pintura cambia de color sabrán que algo va mal”.
Pero muchas mujeres criticaron el proyecto por seguir la tendencia de poner la responsabilidad de no ser violada en las mujeres.
La estadounidense Jessica Valenti, columnista del periódico británico “The Guardian” y blogger sobre feminismo, política y cultura, se pregunta en su columna más reciente “por qué es más fácil inventar un esmalte anti violación que encontrar la manera de detener a los violadores”.
“Aprecio que los jóvenes quieran reducir los asaltos sexuales, pero cualquier propuesta que quiera hacer que las mujeres tengan que revolver ”discretamente“ para evitar ser violadas no está entendiendo nada”, comentó Valenti.
“Deberíamos tratar de acabar con las violaciones, no de evitarlas a nivel individual”, agregó.
Otros comentarios fueron más irónicos: “Un esmalte para prevenir las violaciones suena como una idea genial, pero no estoy segura de cómo vas a conseguir que los hombres se lo pongan”, tuiteó la periodista estaodunidense Andrea Grimes.
Otras tecnologías con buenas intenciones
Quienes critican el enfoque de Undercover Colours apuntan a un error de concepto que podría conducir a la culpabiliazación de las víctimas si las mujeres no toman las precauciones sugeridas.
Existen ya en el mercado una multitud de tecnologías diseñadas para proteger a las mujeres de asaltos sexuales: chaquetas y ropa interior que dan una descarga eléctrica y alertan a los padres, amigos o policía, ropa que no se puede desgarrar, cinturones muy difíciles de desabrochar, condones y tampones insertados en la vagina que dañarían el pene de un intruso, y una multitud de alarmas, silbatos y sprays de gas pimienta.
Y antes del pintauñas en cuestión también había más o menos aparatosos detectores de drogas para las bebidas, que las mujeres podían meter en sus bolsos antes de salir.
“Se espera de las mujeres que hagan un gran esfuerzo para no convertirse en víctimas de un ataque sexual”, escribe la periodista de salud Tara Culp Ressler para Think Progress.
Evidentemente la tecnología no puede resolver un problema social tan delicado como el de las agresiones sexuales.
Muchas de las voces críticas piden mejoras en la educación para luchar contra lo que definen como la “cultura de violación” que prevalece en nuestras sociedades.