En un terreno equivalente al de 1.200 campos de fútbol, más de un millón de paneles solares se pierden en el horizonte: Pirapora, la mayor central fotovoltaica de América Latina, pretende poner al día a Brasil en su retraso en la industria solar.
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El proyecto, operado por la francesa EDF Energies Nouvelles (EDF EN), se puso en marcha en septiembre y la segunda de tres fases empezó a producir electricidad el jueves.Cuando el conjunto esté operativo, hacia finales del primer semestre de 2018, el complejo tendrá una capacidad de 400 MV, que podría abastecer electricidad a 420.000 hogares durante un año.“Es un proyecto emblemático, de un tamaño excepcional, en un sitio que tiene la ventaja de ser plano, con poca vegetación y mucho sol, cerca de una línea de alta tensión”, explica Paulo Abranches, director general de EDF EN en Brasil.El espacio, de 800 hectáreas, se encuentra en medio de una planicie a 350 km al norte de Belo Horizonte, la capital del estado de Minas Gerais (sudeste), en el corazón de una vegetación dispersa bajo un sol abrasador.Para visitar la central, hay que ponerse unos botines que parecen canilleras, para evitar las picaduras de serpiente o de araña.Colocados a 1,20 metros del suelo, los paneles están inclinados y giran siguiendo los movimientos del sol, bajo la acción de un dispositivo igualmente alimentado por energía solar. Al mediodía, prácticamente quedan horizontales.Si el cielo está nublado, la producción continúa, aunque disminuye alrededor de un 30%.- Fabricación local -EDF EN controla el 80% del capital del parque fotovoltaico de Pirapora, que requirió una inversión total estimada de más de 2.000 millones de reales (unos 613 millones de dólares).El 20% restante pertenece a Canadian Solar, uno de los líderes del sector, que fabricó en el vecino estado de Sao Paulo los cerca de 1,2 millones de paneles fotovoltaicos del complejo.Esta fabricación local tiene un coste “entre 30% y 40% más alto” que el de paneles producidos en China, reconoce Paulo Abranches.Pero era la condición sine qua non para que Pirapora se convirtiera también en la primera central de ese tipo en poder beneficiarse de un préstamo del BNDES, el banco público de fomento de Brasil.Un financiamiento que fue de 529 millones de reales para la primera fase, alrededor de la mitad de la inversión contemplada a este punto del proyecto.Para Marcos Cardoso, responsable de energía del BNDES, invertir en energía solar “es una prioridad máxima” para que Brasil cumpla con los acuerdos de París, donde se comprometió a elevar a 45% la parte renovable del total de energía producida hasta 2030.- Quince años de retraso -La energía solar, que solo representa por el momento un 0,2% de la energía del gigante latinoamericano, debería sumarse así a la hídrica.“Brasil empieza apenas a remontar los 15 años de retraso que tiene en esa área”, dice Rodrigo Sauaia, presidente de la Asociación Brasileña de Energía Solar (ABSOLAR).“Estamos viviendo un año crucial, con la puesta en servicio de las primeras grandes centrales de energía solar. La capacidad instalada, que era menor a 90 MV en enero, debería alcanzar 1 Gigawatt este año, sin tener en cuenta los otros 2 GW en fase de construcción”, añade.Una expansión facilitada por la fuerte disminución en los costes de los paneles, cuyo precio prácticamente bajó 10 veces en la última década.“El hecho de que se trate del primer proyecto que utiliza módulos fotovoltaicos fabricados de forma local contribuye al desarrollo de estas tecnologías en Brasil”, enfatiza Sauaia.Pero, a pesar de estos avances, quedan aún muchos esfuerzos por hacer.“La luz solar en Brasil es muy superior a la de países mucho más avanzados como Alemania”, apunta Mauro Lerer, ingeniero de Solarize, una empresa que realiza cursos de formación en energía solar y consultoría en Rio de Janeiro. El experto acusa una “falta de interés político, que continúa fortaleciendo el petróleo” y no ofrece beneficios fiscales a las inversiones en energía solar.“Habría que reducir los impuestos para estimular las inversiones. Muchas más personas querrían meterse en este campo, incluido los particulares, pero no hay los medios”, concluye.Sin embargo, como subraya Bruno Fyot, director general delegado de EDF EN, “en Brasil hay viento y sol de calidad” y “el crecimiento de la demanda eléctrica será importante al largo plazo”.