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Christian Meier en entrevista con la revista “¡Hola! Perú” habló de los más de 20 años que tiene de carrera artística y del éxito de teleaudiencia que alcanzó “La Malquerida”. Agradeció, además, haber conocido la fama desde que era un niño y lo fotografiaban junto a su madre, la Miss Universo Gladys Zender.
“Nunca tuve ese golpe de popularidad repentino que hace que tantos pierdan el norte. La fama y yo hemos crecido juntos”, sostuvo el actor.
Aquí parte de la entrevista:
En medio del boom de las series, ¿por qué piensas que “La malquerida” ha sido tan exitosa“La historia era buena: un padrastro que desea a la hija de su mujer y estas utilizan sus mejores armas para retenerlo a su lado. Es algo muy osado para haber sido escrito en 1913. México es un país muy conservador en eso y los temas de sus telenovelas siempre han estado dentro de lo que ”moralmente“ es permitido, pero esta fue algo que nadie vio venir. El crédito principal es del productor, José Alberto ”El Güero“ Castro (hermano menor de Verónica), porque fue su idea y le tomó 16 años llevarla finalmente a la pantalla.
Ariadne Díaz y tú grabaron “un final alternativo” para los fans en redes sociales y volvieron los rumores de que tendrían un romance. ¿Cuál es la historia de ese video?Ari es una linda chica que extrañaré al igual que al resto del elenco. La química que generamos en pantalla tuvo una aceptación que nadie esperó, pero siempre supimos que nuestros personajes no terminarían juntos por más que el público presionaba para que fuera así. El video fue como un regalo disfrazado de travesura. Estábamos con todo el equipo, felices en medio de la celebración por el último capítulo y el éxito que había tenido la novela, cuando Ari se me acercó, prendió la cámara de su celular y me dijo: “Vamos a besarnos para los fans ¡y no te vas a negar!”. Pues sí, no me negué.
También te han vinculado con la ex participante de un 'reality’ peruano. ¿Qué opinas sobre el tema?Voy a contarte una historia que es tan verdadera como corta: cuando yo tenía once años, Michael Jackson se sentó a mi lado en el lobby de un hotel de Florida. No a dos metros ni a uno, sino hombro con hombro. Él se dio cuenta de que yo lo había reconocido y me sonrió, pero no me atreví a decirle nada ni a pedirle una foto. A los pocos minutos vino mi padre a buscarnos y nos fuimos a Disney con mis hermanos. Eso fue todo. Aunque podría contarlo de mil maneras distintas, empezando con que me preguntó cómo me llamaba y terminando con que nos despedimos como buenos amigos y me invitó a vivir con él a su rancho de Neverland, la verdad es solo una: eso fue todo lo que pasó y no tuve por qué aderezarla para ser el niño más popular de la escuela. Probablemente a Michael Jackson le pasaba eso cien veces al día… pero yo no le había ganado a nadie, crecí sabiéndolo y así he contado la historia por más de treinta años. Cuando percibí algunas cosas cuando pasaron al frente y nunca he sentido pena por ello.