“Game of Thrones”, como era de esperarse, ganó el Emmy a Mejor serie dramática en la ceremonia del domingo. Ese y el triunfo de Peter Dinklage (Mejor actor) fueron los únicos premios de la noche para la fantasía de HBO; nada despreciables pero que más parecen victorias protocolares, premios a la trayectoria y no a una temporada criticada hasta el hartazgo.
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La ganadora real de la noche fue Phoebe Waller-Bridge, actriz y productora británica que triunfó por varios frentes: fue elegida Mejor actriz de serie cómica por “Fleabag” (Prime Video, BBC One), que sigue las desventuras cotidianas de una milennial en Londres.
La victoria de “Fleabag” evitó que Julia Louis-Dreyfus haga historia con la temporada final de “Veep”. La producción también se llevó el premio a Mejor serie cómica y Mejor guion de serie cómica.
Waller-Bridge también maneja el thriller con pericia, lo cual quedó demostrado en las dos primeras temporadas de “Killing Eve” (BBC America); serie que produjo y que en este Emmy fue reconocida con el galardón a Jodie Comer como Mejor actriz principal en serie dramática.
El otro premio a destacar fue el de Mejor actor en serie dramática. Aquí el ganador fue Billy Porter por su trabajo como Pray Tell en “Pose”( FX); personaje que es la voz de la cultura ball en la Nueva York de inicios de los años 90, época en la que los niveles de discriminación hacia el colectivo LGBTQ llegó a extremos. Porter es el primer hombre negro abiertamente gay en ganar el premio; no por nada Kerry Washington, al momento de anunciar al ganador, dijo que se trataba de un momento histórico.
Otra sorpresa fue la victoria de “Succession” (HBO) por Mejor guion; donde se impuso ante una de las favoritas de la categoría, “Better Call Saul” (que hasta ahora ha sido postergada en estos premios). Pero quizá el shock mayor vaya por el lado de “Game of Thrones”... y no en el buen sentido.
Con tres episodios nominados a Mejor dirección de serie dramática, donde destacaron escenas de acción inéditas en TV, “Game of Thrones” parecía la indiscutible ganadora. Pero no fue así, pues el premio se lo llevó “Ozark” en un episodio dirigido por Jason Bateman (la expresión del ganador parecía la de alguien que espera que todo se trate de una broma de cámara escondida).
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Dice Vulture: “Jason Bateman está francamente sorprendido de que Jason Bateman le haya ganado un Emmy a 'Game of Thrones'”.
Por el lado de la puesta en escena, este Emmy sin conductor no fue brillante, pero sí tuvo dos buenos momentos: el discurso de apertura por Bryan Cranston (años después, el final de “Breaking Bad” aún está fresco) y la broma de que una miniserie es solo una serie que ha sido cancelada (la entrega del chiste corrió por cuenta de Waller-Bridge y Bill Hader, ganador a Mejor actor de comedia).
Más allá de subjetividades, el ráting preliminar de la ceremonia en EE.UU. no cuenta una historia más alegre, pues disminuyó en 23% a comparación de la ceremonia del 2018. Incluso el fútbol dominical tuvo más audiencia (y, de seguro, más emoción).