Los centenarios templos de Bagan, el exuberante lago Inle o la figura de la nobel de la paz Aung San Su Kyi son algunos de los atractivos que han convertido a Birmania (Myanmar) en el destino turístico de moda del Sudeste Asiático.
Con cerca de 60 millones de habitantes y un tercio de la población por debajo del umbral de la pobreza, Birmania es un país eminentemente agrícola, rico en recursos minerales como gas, cobre y piedras preciosas, pero que carece de cualquier tipo de industria elaborada.
Esta falta de desarrollo concede a los paisajes un halo de autenticidad, una sensación de misterio por desentrañar que todavía irradia Birmania y que se convierte en uno de sus principales encantos.
Pasear por la extensa llanura en la que se despliegan los templos de Bagan, la mayor concentración de pagodas del mundo, que datan de los siglos XI y XII, o cruzar en una tradicional barca de pescadores el lago Inle, habitado por numerosas tribus y que cuenta con muchas especies endémicas, son algunas de las experiencias genuinas que ofrece esta antigua colonia británica.
El trasiego de los monjes budistas alrededor de la icónica pagoda dorada de Shwedagon, de casi cien metros de altura y referencia central de Rangún, es otra de las escenas más ensalzadas por los viajeros foráneos que ponen pie en Birmania.
UN SECTOR EN CRECIMIENTO Tras décadas de aislamiento internacional a causa del autoritario régimen impuesto por las distintas juntas militares que rigieron el país desde 1962 hasta el 2011, las previsiones más optimistas calculan llegar a los 7,5 millones de turistas en 2020, un avance notable comparado con el millón de visitantes registrado en 2012.
Este incremento del turismo permitiría a su vez aumentar los ingresos hasta los 10.000 millones de dólares, un capital económico muy deseado para uno de los países más pobres del Sudeste Asiático.
“El turismo ha mostrado una tendencia positiva desde el 2001; los visitantes han aumentado gracias al mayor número de conexiones aéreas y también hemos experimentado una mayor duración de la estancia de los viajeros”, señaló recientemente el ministro birmano de Turismo, U Htay Aung.
La mayoría de visitantes de Birmania procede aún de países cercanos, como China y Tailandia, con lazos históricos e intereses económicos en la zona, aunque los viajeros llegados desde Europa y América suponen también una proporción notable.
La liberación de la premio nobel de la paz y opositora del régimen birmano, Aung San Suu Kyi, en 2010 y la disolución de la última junta militar al año siguiente, fueron el detonante del interés turístico renovado por un país que ha vivido virtualmente aislado durante cerca de medio siglo.
Desde entonces, las reformas aplicadas por un gobierno civil comandado por el presidente, Thein Sein, primer ministro en el régimen anterior, han remodelado no solo el paisaje político, sino también el económico y social. Para una parte de la población, el turismo se ha convertido, además de una fuente de recursos económicos, en un seguro contra el retroceso político.
Lee en nuestro blog Cinco Continentes una crónica sobre una visita a Birmania y mira las fotos del ‘país dorado’.