Las chivas, coloridos y festivos autobuses que recorren las calles colombianas repletos de turistas, están en riesgo de desaparecer si prospera la modificación de un decreto que reglamenta su uso y que fue presentada por el Ministerio de Transporte.
Este departamento presentó el mes pasado un borrador para transformar el decreto 174 de 2001 que reglamenta los Servicios Especiales de Transporte Público Terrestre Automotor de Pasajeros y prohíbe explícitamente el uso de las emblemáticas chivas, lo que todavía sorprende al sector turístico.
El director ejecutivo de la Asociación de Propietarios de Chivas Turísticas de Cartagena de Indias, Juan Carlos Pérez, dijo a Efe que el gremio no entiende cuál podría ser la causa para impedir su uso, y reclamó explicaciones.
Estos viejos autobuses con techo y sin ventanas circulan maltrechos pero llenos de gente por las ciudades de Cartagena, Bogotá, Cali y Medellín, y los pasajeros amenizan el recorrido por los principales puntos turísticos con música popular y, en ocasiones, alguna botella de ron y aguardiente.
TRADICIÓN DE 100 AÑOS Sus carrocerías de metal y madera han inspirado a artistas populares que las utilizan como lienzos, y registran los más bellos paisajes nacionales, retratan a los líderes políticos, deportivos y artísticos y reproducen apartes de la literatura colombiana.
Aunque hay poca documentación sobre este vehículo, se sabe que la primera chiva nació en 1913 en la región de Antioquia, de la que Medellín es capital, y que este sistema fue por años el único medio de transporte de personas y mercancías entre los recónditos pueblos empotrados en las montañas colombianas.
Después de llevar enormes bultos de papa, plátano y hasta gallinas vivas, algunas chivas fueron fagocitadas por la industria turística y recibieron el apellido de rumberas, otras traspasaron las fronteras como ícono de Colombia y quedan decenas en el suroeste del país como único medio de transporte para comunidades indígenas.
Pero el borrador desconoce todo este bagaje histórico y cultural, pues en su capítulo III, artículo 28, reza: El servicio público de transporte terrestre en esta modalidad será prestado en automóviles, camperos, camionetas microbuses, busetas y buses y no se podrá realizar en vehículos escalera (chivas).
Y continúa al señalar que las empresas de Servicios Especiales de Transporte Público Terrestre Automotor de Pasajeros no podrán vincular a su parque automotor bajo ninguna forma contractual vehículos provenientes de otra modalidad de servicio.
CARTAGENA, LA MÁS PERJUDICADA El Ministerio de Comercio, Industria y Turismo se ofreció para mediar entre sus colegas de Transporte y los operadores turísticos, que reivindican las chivas o buses escalera como elementos que forman parte del patrimonio cultural del país.
Los propietarios de chivas turísticas de Cartagena reiteraron que la intención de prohibirlas es algo que realmente ha caído muy mal porque es un servicio de muchísima tradición con una cantidad de situaciones alrededor, a nivel de empleos, a nivel de familias.
Solo en Cartagena hay 21 chivas de 13 dueños que generan alrededor de 60 empleos directos y no menos de 2.000 indirectos entre músicos y vendedores ambulantes, entre otros.
Si bien el daño llegaría a todas las ciudades que usan las chivas como una atracción turística, en Cartagena el daño sería mayor al tratarse de la ciudad que más depende de esta industria, en una sociedad en la que el 60 % de la población vive bajo el umbral de la pobreza y las fuentes de empleo formal son muy escasas.