Fiorella García es una de tantas personas que ya probó lo que es separarse de su mascota después de pasar más de tres meses casi sin salir de casa. Sospechaba que el desapego post cuarentena no sería fácil, pero nunca imaginó que tras salir rumbo a su primer día de trabajo, su perro armaría un escándalo.
Su perro de raza Schnauzer, de 8 años, ladró tanto que alertó a algunos vecinos, al punto de llevarlos a sentar una denuncia con agentes de Fiscalización de la municipalidad de su distrito.
“Felizmente no pasó a mayores. Me dijeron ‘Tu perro tiene varias quejas’ y yo les respondí ‘¡Lo que tiene es mamitis!’ Y es que no podemos pretender que tantos animales como niños no reaccionen si los dejamos solos en casa después de pasar más de tres meses pegados”, comenta Fiorella.
El aislamiento social obligatorio declarado en el Perú para prevenir la propagación del COVID-19 transformó no solo el estilo de la vida de las personas, sino también de nuestros animales de compañía. Tuvimos que adaptarnos a una rutina en confinamiento y para quienes viven en lugares con áreas comunes, hubo casos donde la convivencia fue todo un reto, tal como sucedió en el edificio donde viven los abuelos de Andrea Suarez.
“Algunos residentes se quejaron porque como no estaba yendo la persona de limpieza, a los perros los dejaban entrar con las patas sucias y mojadas, y nadie limpiaba. También se empezó a subir a los perros por el ascensor pese a estar prohibido. Entonces las quejas aumentaron”, comenta Suarez.
Otros casos que generaron conflicto durante la cuarentena, especialmente en las primeras semanas donde se impuso restricciones que limitaron sus salidas a la calle, involucró a personas que andaban con sus perros sin correa por áreas comunes o que dejaban sus heces en espacios como jardines y patios internos, o estacionamientos.
La abogada Majo Morales aclara que a menos que el animal sea víctima de maltrato, ninguna de las situaciones descritas líneas arriba se consideran delito, sin embargo sí atentan contra una serie de acuerdos sociales como la consideración y el respeto. Esto no solo afecta la convivencia, sino que también puede afectar al animal.
“Pasa que mucha gente no sabe cómo reaccionar ante una situación difícil con su mascota, como en el caso de Fiorella, por ejemplo. Ella ama a su perro Blacky y optó por buscar una solución a favor de todos los afectados en lugar de regalarlo o abandonarlo”, señala Morales. “Si tienes mascota, es importante conocer las reglas de convivencia en tu distrito y si vives en edificio, debes de conocer el reglamento y verificar que esté inscrito en Registros Públicos, de lo contrario no tiene validez legal”, agrega Morales, que además de abogada es una activa defensora de los derechos de los animales.
La cuarentena llevó a que quienes comparten áreas comunes, estuvieran más alertas de lo que ocurre en sus viviendas y al rededor de ellas. Eso abrió la ventana para muchas quejas, denuncias y ataques, pero también abrió los canales de comunicación.
En el caso de los abuelos de Suarez, las quejas se dieron por el chat de WhatsApp que manejan internamente los residentes del edificio y por esa misma vía, lograron acuerdos que beneficiaron a todos, como que cada dueño limpiara lo que ensuciaba su mascota, así como también trasladarlos por las escaleras.
“Finalmente la mascota es responsabilidad de cada dueño y éste debe de entender que comunicación, respeto, educación y cultura son clave para lograr una ben convivencia”, señala Morales.
También es importante que quienes no tienen mascota, entiendan que hay circunstancias que requieren de un proceso, especialmente si hablamos de coyunturas inéditas como la que estamos viviendo debido al coronavirus.
“Nadie sabe cómo reaccionan las mascotas luego de una cuarentena como la que hemos pasado. Estamos aprendiendo y es importante tener un poco de tolerancia”, señala García.
“Pero también es importante que quienes tenemos mascota, nos hagamos cargo. Hay gente que por evitar roces con vecinos o perder su trabajo, opta por deshacerse de su mascota. Para mi esa no era una opción Yo me asesoré con una persona que sabe de perros y me recomendó hacer ciertos cambios. Como estando yo en casa, dejar a Blacky solo por unas horas con un hueso manzano (para que se entretenga) en un espacio donde se sienta cómodo y seguro. También me sugirió que Blacky no duerma en mi cuarto. Lo estoy haciendo y ha ayudado a reducir el apego que generó la cuarentena”, agrega García.