¿Alguna vez se ha tapado los ojos mientras ve una película? ¿Alguna vez saltó de su asiento debido a un inesperado momento dramático o se sintió tan distraído por la lentitud y la falta de actividad en la pantalla que se quedó dormido y se perdió un momento clave del filme?
Tal vez en el futuro no tenga que preocuparse por ninguna de las situaciones anteriores, gracias al innovador uso de sensores empleados por el compositor y ahora cineasta, Alexis Kirke.
El creativo basado en Plymouth, en el Reino Unido, ha realizado Many Worlds, un filme interactivo que observa al público que lo ve y le permite influenciar la secuencia de las escenas.
La película fue desarrollada en un centro interdisciplinario de investigación informática musical en la Universidad de Plymouth.
A través de ella, Kirke está repensando nuestra manera de ver películas al innovar sobre el uso de bio-señales para detectar las emociones y el estado de la mente de las personas, un tema que él mismo investigó anteriormente.
Sin embargo, la tecnología que utiliza no será probada en un laboratorio científico ni en una conferencia de especialistas, sino que se mostrará al público en un festival que se llevará a cabo a finales de febrero.
AGITACIÓN FÍSICA La historia comienza con dos estudiantes que llegan a la casa de un amigo para celebrar su cumpleaños, pero se ven involucrados en un experimento científico estrafalario.
El objetivo es que el público se involucre en la trama. La novedad es que a medida que lo hacen sus emociones son utilizadas para dirigir lo que ocurre en la película: la edición es en tiempo real.
Un día seremos capaces de poner una cámara al frente de la sala de cine para recoger la emoción de toda la audiencia, dijo Kirke a la BBC. Pero por ahora está empezando con algo más simple.
Para que la tecnología funcione, el director necesita a cuatro voluntarios de la audiencia a quienes se les adaptarán distintos sensores.
A uno de ellos se le monitorearán los latidos, a otro las ondas cerebrales, al tercero se le observarán los niveles de transpiración y el voluntario final tendrá un dispositivo en su brazo que medirá la tensión muscular.
Todas estas señales indican algún tipo de agitación física, dice Kirke. Ellas serán recibidas por un computador que las analizará en tiempo real.
Luego, con herramientas de software ya existentes, se podrá cambiar la dirección o las escenas de la película.
CUATRO FINALES Para probar esta hipótesis, Kirke realizó su propio cortometraje en el que pueden desarrollarse múltiples líneas narrativas, que variarán según las emociones del miembro de la audiencia supervisado.
Los actores tuvieron que actuar, prácticamente, en cuatro películas diferentes dentro del mismo filme, dice.
Antes del estreno, el cineasta visitó la BBC para probar su creación con el periodista Gareth Mitchell. Él utilizó el sensor muscular atado al brazo.
Después de calibrar el dispositivo para establecer la línea base del estado emocional del presentador, Kirke mostró imágenes distintas a la narrativa esperada.
Cuando Mitchell comenzó a ponerse tenso, la película mostró una secuencia más relajante. Pero cuando el periodista se relajó, el filme se volvió inesperadamente dramático.
EL PRIMER PASO Aunque pueda parecer revolucionario, ya hay otros que han intentado hacer algo similar, dice el especialista en tecnología Bill Thompson.
En 1967, el mundo fue testigo de la primera película interactiva, Kinoautomat, durante la cual un moderador aparecía en el escenario y detenía la película en nueve puntos claves, pidiéndole al público escoger una de dos opciones sobre la dirección en la que la película debía proceder.
Colocar sensores a los voluntarios quiere decir que las ramificaciones de la trama serán menos obvias en el flujo de la película, pero cuatro personas no necesariamente constituyen una muestra estadística, dice Thompson.
Esto es claramente un experimento. La pregunta es: ¿el espectador se desconectará de la narrativa porque la película está detectando sus sentimientos, y además, será ésta narrativa lo suficientemente continua (sin interrupciones) como para que los espectadores se sientan en un juego que toma la dirección que ellos desean?.
Esta película interactiva es un primer paso. Un examen más riguroso se necesitará para un filme que tenga más líneas narrativas que el de Kierke y sus colaboradores.
Sin embargo, el cineasta cree que es inevitable que este tipo de tecnología sea aceptado por los grandes estudios: desde Hollywood a Bollywood.
Esto podría poner fin, dice Kirke, a la obsesión de hacer exhibiciones de prueba con audiencias distintas y múltiples finales antes de que una película se estrene. En el futuro, el director otorgará el control de la película al estado emocional de la audiencia.