Danzantes con trajes azules bailan durante la celebración de la Virgen de la Candelaria en el 2005. (Foto: Richard Hirano)
Danzantes con trajes azules bailan durante la celebración de la Virgen de la Candelaria en el 2005. (Foto: Richard Hirano)
Fernando Vivas

Hoy, el alma de los puneños ha volado a París. La Unesco debe confirmar, en el marco de la Novena Reunión del Comité para la Salvaguarda del Patrimonio Inmaterial, si la fiesta de la Candelaria merece la designación de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. En la delegación está Gary Mariscal, jefe de la oficina descentralizada del Ministerio de Cultura en Puno, quien ha bregado varias temporadas para que artistas, historiadores, folcloristas y autoridades de su ciudad preparen el expediente que sustenta por qué la riqueza cultural de la fiesta merece tal destaque.

El expediente fue adaptado a los parámetros de la Unesco por los expertos del Mincul, encabezados por Soledad Mujica, jefa del área de Patrimonio Inmaterial.

En los últimos años, el equipo de Mujica ha logrado que la Unesco ingrese a su lista, entre otros, el arte textil de la isla de Taquile, la danza de las tijeras, la huaconada, la peregrinación al Señor de Qoyllur Riti, y los saberes ancestrales en la construcción periódica del puente de ichu de Qeswachaka.

Con este récord , todo indica que el expediente de la Candelaria tendrá éxito. Por eso, además de Mariscal; del obispo de Puno, monseñor Jorge Carrión, del antropólogo Miguel Hernández, y de nuestro embajador ante la Unesco, Manuel Rodríguez Cuadros, está el viceministro de Patrimonio Cultural, Luis Jaime Castillo.

Devoción pagana

La Virgen de la Candelaria la introdujeron los españoles a la región altiplánica. Había sido el símbolo cristiano de la conquista hispánica de la Islas Canarias; y, de algún modo, lo fue del sur andino.

En un libro sobre los antecedentes históricos de la festividad, que está preparando el Mincul, se cita la Coronica moralizada del orden de San Agustín en el Perú por Fray Antonio de la Calancha, publicada en 1639, que ya habla de la devoción a la Candelaria en la región altiplánica. Se sabe que fue tempranamente consagrada en Copacabana, a orillas del Titicaca, en la actual Bolivia, y luego se extendió por la región.

En la misma publicación, se recoge la versión del historiador Ignacio Frisancho sobre el origen de la festividad. En 1781 Puno fue asediado por las huestes revolucionarios de Túpac Amaru II, y el 12 de mayo sacaron a la virgen “en procesión, con acompañamiento de velas y sirios encendidos y entonando canciones religiosas dedicadas a la ‘Mamita Candelaria’”.

Con el paso de las décadas y los siglos, la fiesta, trasladada a tiempos de carnaval, tomó cuerpo pagano sin perder su invocación a un símbolo de fe. Su riqueza no se limita a la música y a decenas de danzas tradicionales como la singular diablada, sino a trajes y máscaras de artistas que compiten en excelencia.

Bolivia comparte

Desde que se hizo pública la postulación de La Candelaria, folcloristas bolivianos manifestaron su preocupación porque la designación de la fiesta puneña oficializara como peruanas danzas de origen boliviano o binacional. Sin embargo, la solicitud peruana no incluye un listado de los bailes (que son muchos), sino que se concentra en describir la riqueza de la celebración como una manifestación de fé, espíritu festivo, elaboración de trajes y máscaras, pirotecnia, comparsas y ensayos.

De modo que la resolución de la Unesco,que suele ser escueta en las declaraciones de patrimonio, de ningún modo va a incluir una lista de danzas. Por otro lado, las declaraciones de patrimonio no generan atribución de marca o denominación de origen y así lo entendió el ministro de cultura boliviano, Pablo Groux, en sus primeras declaraciones tras conocer el texto de la solicitud peruana. Avatares políticos, provocaron luego, que manifestara su objeción.

La comunión de folclor y devociones compartidas con Bolivia, como la diablada, es tal, que en el futuro muchos querrán vivir la experiencia de conocer dos fiestas hermanadas, la de La Candelaria en Puno, y el Carnaval de Oruro en Bolivia, que es patrimonio inmaterial desde el 2001.

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28 de noviembre de 2014

Fiesta de la Candelaria es patrimonio mundial

A las 5 a.m. de ayer (hora peruana) se oficializó en París lo que el Perú esperaba: Unesco, la organización cultural más importante del mundo, nombró la festividad de la Virgen de la Candelaria Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad. En la ciudad del lago Titicaca, la noticia se recibió con algarabía. Gran parte de los 200 grupos de danzantes que honran a la Virgen desde hoy saldrán a bailar a las calles y la procesión de la patrona puneña cerrará las celebraciones el domingo. Para el 2 de febrero, fecha oficial de esta fiesta, se espera la visita de 100 mil personas.

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30 de noviembre de 2014

Fiesta para la humanidad

Por Antonio Muñoz Monge

Después de algunas discusiones con la hermana Bolivia, sobre el origen de algunas danzas y la festividad en sí, llegó la buena nueva para nuestra Patria. El departamento de Puno (aymara, quechua, mestizo) amaneció alborozado el último 27 de noviembre, tras ser declarada la festividad de la Virgen de la Candelaria como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) .

Abanico multicolor

Se trata de una fiesta de cuatro siglos de tradición, que se inicia con las solemnes ‘albas’ (bombardas, camaretazos, cohetes), que la madrugada del 1 de febrero retumban en honor de la santísima Virgen de la Candelaria en una de las celebraciones más importantes del Perú.

Con la llegada del 2 de febrero, el día central, se abre un multicolor abanico que se inicia en las comunidades indígenas y se concentra en la ciudad de Puno, con los conjuntos autóctonos que llegan a saludar a la mamita Candelaria.

Ahí nace la gran expectativa por el Concurso Folclórico Departamental de los Conjuntos Autóctonos y el Concurso de Conjuntos con Trajes de Luces.

En el concurso de danzas autóctonas desfilan un promedio de setenta conjuntos de diversos lugares de la región Puno, y muestran algunas danzas en vías de extinción como: kajelos, kahuiris, sicuris, chaklladas, kabotas, dentro de un mar de gente y colorido.

El Concurso de Trajes de Luces (mestizos), que se realiza en la segunda fecha de la festividad, tiene como escenario el estadio Enrique Torres Belón.

El colorido y la coreografía atraen a miles de turistas peruanos y extranjeros. Hay comparsas que llegan a tener hasta doscientos danzantes y cien músicos. Esta grandiosa representación cultural se inició hace más de cuatro siglos, exactamente el 2 de febrero de 1583, según refiere el historiador y sacerdote Rubén Vargas Ugarte.

Nace la diablada

El profesor y afamado mascarero puneño, Edwin Loza, nos habla de un mítico personaje: Archancho. Este representa el espíritu original de las minas, es protector y amo. Los nativos le dedicaban una ofrenda (‘locta’) y una danza muy especial, ritual que se cumplía después de las 12 de la noche, mientras los españoles dormían.

La ofrenda y la danza eran para que el Archancho permitiera el ingreso a la mina. Los españoles, informados sobre el personaje y el rito, lo utilizaron inteligentemente. Sabían que los únicos que podían ingresar a trabajar a las minas eran los indios mitayos, entonces no les convenía extirpar su creencia.

Un sacerdote español vio la oportunidad para catequizar a los indios y creó un Auto Sacramental en el que explicaba la rebelión de los ángeles contra Dios y cómo Luzbel se convirtió en Lucifer.

Con estos argumentos disfrazó al diablo con cachos y cola y le puso una máscara, sin dejar el baile tradicional del Anchancho. Así nace la diablada, en el encuentro de lo nativo con lo occidental. En la máscara están representados los siete pecados capitales. Y la religiosidad se convierte en un espectáculo que ahora es patrimonio de todos.

Esta grandiosa representación cultural se inició hace más de cuatro siglos, exactamente el 2 de febrero de 1583.



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