La Bombonera es el escenario que albergará el decisivo Argentina vs. Perú por las Eliminatorias.
ÁNGEL HUGO PILARES

Todos le dicen La Bombonera. Una versión edulcorada de la leyenda cuenta que uno de los ingenieros a cargo de la construcción del estadio que albergará el vs. este jueves, recibió una caja de bombones con una forma más parecida. Otros más desapasionados, en cambio, asocian su construcción a un recipiente donde la baja policía bonaerense depositaba los desechos de los caballos. Sin embargo, la fundación mítica del estadio Alberto J. Armando -su nombre real- ha dejado más fama a ese lugar picante y peligroso que es La Boca. 

La Boca es un barrio en el sudeste de Buenos Aires que se llama así por la boca del río Matanza, pero también es la puerta de entrada a un mundo azul y oro que te devora. Alrededor del estadio todo es Boca. Ir, incluso, con una camiseta peruana puede ser peligroso porque una franja roja es la bandera del enemigo. Y es ahí donde este jueves, la selección bicolor será el rival.

Para entender el Mundo Boca hay que entender el sentido de pertenencia de los equipos de fútbol en Argentina, asociados generalmente a un barrio y convertidos en patrimonio de este: San Lorenzo es de Boedo; Independiente y Racing, de Avellaneda. Y así sucesivamente. Hasta los clubes del ascenso viven asociados a un entorno donde los hinchas son socios y donde sus hijos comen choripanes los domingos antes de entrar su estadio.

La historia de Boca y La Bombonera se confunden con la de "La doce", mítica y salvaje barrabrava que vive desde los años 70 pugnas de poderes y que bebe de los reflectores de las páginas de Crónica, el diario argentino con mayor contenido de sangre por centímetro cuadrado en la portada.

Sin embargo, el Mundo Boca es mucho más amplio que eso. Son los hinchas que compran tours carísimos solo para ir a ver un partido. Son los hombres que beben un café en la esquina del Estadio. Es también el fanático que compra una entrada carísima solo para decir que estuvo ahí dentro. Es la chica de los selfies que no sabe quién juega. O la que grita su aliento llamando nombre a nombre a cada futbolista. Es el vendedor de hamburguesas. Es el obrero. Pero el escenario del Argentina vs. Perú es también el lugar más intimidante.

Estar dentro de La Bombonera, al ras de la cancha, un día de partido no es la experiencia glamorosa que se muestra en un simulador dentro del Museo de Boca, otro de los atractivos del club. La descripción que dio un poco célebre locutor radial en un reportaje para TV se ajusta a la verdad: vas a sacar un lateral y un metro detrás tuyo hay miles gritándote que no sirves para nada. Y a eso tendrá que atenerse la selección peruana.

Y es que subir las escaleras para entrar a cualquiera de las tribunas es un ejercicio de piernas. Los escalones son tan empinados que apenas entra el pie, lo que convierte la gradería en un muro donde la acústica se aprovecha para la intimidación. Donde el plantel visitante siente que todo tiembla desde que está en el vestuario, justo debajo de esa barra brava. Donde lo más importante parece ser sobrevivir. Donde Perú debe buscar ante Argentina una victoria que nos permita soñar.

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