Hasta hace tres o cuatro semanas, no eran muy optimistas las proyecciones del sector turismo para las fechas de esta Semana Santa. La sucesión de conflictos sociales, lluvias y huaicos, en varios de los destinos y atractivos peruanos más visitados, hacía presagiar un flujo pobre de viajeros, que cubría a esta industria, nuevamente, con los fantasmas de los recientes años de pandemia: aviones, buses y hoteles vacíos o semi vacíos.

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