Gremios de alimentos y bebidas en polémica de parámetros de ley
Gremios de alimentos y bebidas en polémica de parámetros de ley
María Rosa Villalobos

El 25 de julio, el Ministerio de Salud publicó el reglamento de la controvertida ley de , con un plazo de 90 días para recibir comentarios. Tras tres años de trabajo, sorprendió que el reglamento viera la luz a tres días del cambio de mando. Lo que no sorprende es que desatara una nueva polémica. 

—¿Mucho o poco?—

El primer foco de críticas es la incorporación de una tabla de parámetros técnicos de la sal, el azúcar y la grasa saturada. “Es imposible de entender para el público de a pie”, asegura Fernando Raventós, abogado especialista en la industria alimentaria. “Tendría que haberse empleado un lenguaje más sencillo [como] tantos gramos de azúcar por cada 100 ml”, agrega el ex congresista Jaime Delgado, autor de la ley en cuestión. 

Otra crítica a la tabla, desde los gremios de la industria de alimentos y bebidas, es que resultaría draconiana. “Lo que en Ecuador es alto a partir de 7,5 g de azúcar por 100 ml y en Chile desde 6,0 g de azúcar por 100 ml, en el Perú es a partir de 2,5 g de azúcar por 100 ml. ¿Somos los peruanos menos tolerantes al azúcar que nuestros vecinos?”, cuestiona César Luza, presidente de la Asociación de la Industria de Bebidas y Refrescos sin Alcohol (Abresa). 

—Etiquetas—

Según el reglamento, todo alimento industrial que supere los límites de grasas saturadas, azúcares y sodio dictaminados por el Minsa deberá llevar una advertencia en su etiqueta, idea con la que Luza discrepa dados los exigentes parámetros planteados. 

“El 95% de los productos de la industria formal de alimentos y bebidas tendría esa advertencia, inclusive el agua potable”, sostiene Luza. 

Con ello coincide Alejandro Daly, presidente del Comité de Alimentos de la SNI, quien explica que la comisión multisectorial a cargo de reglamentar la ley pidió el sustento de los parámetros a la Organización Panamericana de la Salud –pues el reglamento se basa en informes de esta entidad– pero estos aún no han sido recibidos. 

Raventós, por su parte, resalta la necesidad de reglamentar el contenido de las etiquetas por ser labor del Estado garantizar el derecho a la información de los consumidores. En ese sentido, Delgado calificó el reglamento como un “chiste”, pues no especifica cómo deben ser las advertencias. “Cada compañía podrá poner [las advertencias] como quiera y donde quiera. Lo correcto sería que fueran diseñadas por la autoridad”, asegura. 

—Posibles efectos—

La medida, dice Luza, generaría sobrecostos y le restaría competitividad a la industria. Adicionalmente, el Perú podría ser objeto de denuncia de parte de sus socios comerciales y recibir eventuales sanciones de la OMC por implementar obstáculos técnicos al comercio.

De hecho, añade Daly, en el Comité de Obstáculos Técnicos al Comercio de la OMC, el Perú ya ha recibido las preocupaciones de socios comerciales como EE.UU., Canadá, México, Colombia, Suiza y Guatemala. 

¿Habría que rehacer el reglamento y plantear uno nuevo? “Se debería retirar y proponer algo mejor. Está mal hecho, con errores legales y con repeticiones de los artículos de la ley”, sostiene Raventós. 

Para Alejandro Falla, socio de Bullard Falla Ezcurra +, el enfoque tanto de la ley como del reglamento no ataca la verdadera raíz de la obesidad. “Es más fácil echarle la culpa al alimento industrializado, pero el problema real está en el sedentarismo y los malos hábitos”, critica. 

Delgado, por su parte, se inclina por la mejora paulatina del reglamento. “La prepublicación va a servir para recibir opiniones y corregir deficiencias, pero hay que poner en vigencia la ley”, dice. La decisión final la sabremos en dos meses. 

-Comida hecha en casa-

Una de las críticas que afronta la ley mencionada tiene que ver con los alimentos preparados en casa, los cuales al igual que los ‘fast food’, no están incluidos en el marco de esta norma. Sobre la primera, Delgado asegura que la comida de casa no representa un problema. “Jamás hemos tenido problemas con la alimentación peruana. 

Los problemas de obesidad inician en los últimos 40 años, cuando se elevan los niveles de azúcar añadida, grasas trans (artificiales) y sodio. Por ejemplo, la grasa del cerdo está separa de su carne. Además, no se consume un chicharrón o un Suspiro a la Limeña todos los días”, sostiene Delgado. 

Sin embargo, el nutricionista Yácomo Casas asegura lo contrario. Para él, la alimentación de los peruanos está basada en carbohidratos . “Hay un estudio peruano del año pasado que indica que el problema de obesidad en los niños no es debido a la comida chatarra, sino al exceso de alimentos consumidos en casa”, asegura. Para el especialista, el tipo de combinación de la comida peruana hace a las personas proclives al sobrepeso. 

Además, resaltó que es bastante frecuente que los extranjeros que visitan el Perú tengan problemas gastrointestinales por el exceso de nuestra comida. 

-Incentivos tributarios-

Delgado asegura que los incentivos tributarios podrían ser una segunda etapa de la ley. “[Eso] ha tenido mucho éxito en México, donde se han aumentado los impuestos a la comida chatarra y se han reducido los impuestos de la comida saludable. La política tributaria tiene que ser coherente con la política de salud pública”, indica. 

“Teniendo en consideración que los negocios se mueven en base a las utilidades, lo mejor sería, en lugar de penalizar la comida industrial, que se premiara con algún tipo de incentivo tributario a la comida saludable”, agrega Raventós, quien resalta además que no cree que el sector industrial pierda mercado con esta norma, y que, por el contrario, ya está desarrollando productos de respuesta, como las gaseosas sin azúcar. 

“ Solo perderían mercado frente a productos competitivos que satisfagan una necesidad. En la medida que esta [necesidad] esté satisfecha por los industriales y no haya productos alternativos, no van a perder mercado”, asegura. 

Por su lado, Luza indica que no se trata de un tema de beneficios ni cargas tributarias, pues en varios países estas medidas no han tenido los resultados esperados. “Reiteramos que se trata de informar adecuadamente a los consumidores sobre los nutrientes que contiene cada producto, fomentar la actividad física y los buenos hábitos alimenticios”, finaliza.

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