Cannes, 23 de mayo. La directora neozelandesa Jane Campion entre Nicole Kidman, Elisabeth Moss y Gwendoline Christie, parte del elenco de Top of the Lake: China Girl, su última producción. (Foto: AFP)
Cannes, 23 de mayo. La directora neozelandesa Jane Campion entre Nicole Kidman, Elisabeth Moss y Gwendoline Christie, parte del elenco de Top of the Lake: China Girl, su última producción. (Foto: AFP)
Claudio Cordero

Tras haber visto 19 largometrajes en diez días, el jurado presidido por Pedro Almodóvar anunciará hoy al ganador de la Palma de Oro del Festival de Cannes, el premio más codiciado entre la élite de los autores de cine, incluyendo al mismo Almodóvar, quien ha intentado obtenerlo en cinco oportunidades. Quizá sea el día consagratorio del californiano Todd Haynes (Wonderstruck), del griego Yorgos Lanthimos (The Killing of a Sacred Deer), del francés Robin Campillo (120 Battements par Minute); o tal vez el austriaco Michael Haneke (Happy End) prolongue la racha ganadora de La cinta blanca (2009) y Amor (2012), y se convierta en el primer ganador de tres Palmas de Oro. Aún más impactante sería que Okja (de Bong Joon-ho) o The Meyerowitz stories (de Noah Baumbach) hagan figurar a Netflix dentro del palmarés, sobre todo después de los ataques recibidos en el marco del festival por aquellos que acusan a la empresa de streaming de estar asesinando las salas de cine. También sería notable si The Day After (de Hong Sang-soo) le da finalmente a Corea del Sur el mayor de los reconocimientos por tratarse de una de las cinematografías más vitales del presente. ¿Pero saben que sería todavía más sensacional? Que la Palma de Oro vaya, para variar, a una directora mujer. Sería apenas la segunda vez en 70 años. Naomi Kawase (Radiance), Lynne Ramsay (You Were Never Really Here) y Sofia Coppola (El seductor) ya saben lo que es competir por la Palma de Oro. Veremos si alguna de ellas lo obtiene.

Si eres mujer, haces cine de autor y tu nombre es Jane Campion, considérate afortunada. Días atrás, las luminarias presentes en Cannes participaron en una sesión fotográfica para celebrar el aniversario del festival. Entre los ganadores de la Palma de Oro figuraban David Lynch, Ken Loach, Nanni Moretti, Roman Polanski, Costa-Gavras, entre otras leyendas. La única dama del grupo era Campion, la extraordinaria cineasta de Nueva Zelanda. Si les parece que no hay nada extraño en dicha situación, quizá no hayan visto suficientes películas dirigidas por mujeres o tal vez nunca oyeron de algo llamado “cuota de género”. Los cinéfilos discuten a menudo si el Óscar vale más que la Palma de Oro; para muchas mujeres este debate debe ser irrelevante: sea Hollywood o Cannes, la industria del cine es uno de los últimos reductos del statu quo patriarcal.

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Thierry Frémaux, director del Festival de Cannes, afirma que no existe otro lugar donde mejor se dé la bienvenida y se celebre a las mujeres directoras. Esto, felizmente, no es cierto, ya que existen en todo el mundo festivales especialmente consagrados al talento de mujeres cineastas, por ejemplo, en Seúl, Mumbai, Taipei, Ankara, Beijing, entre varias ciudades de Europa y EE. UU. Frémaux dice lo que quiere porque sabe que Cannes es el lugar donde se escribe la historia oficial.

Volvamos a Campion. A los 28 años, ganó la Palma de Oro al Mejor Cortometraje, la primera vez que lo conquistaba una mujer; sería también el primero de varios récords conquistados por Campion en la Costa Azul. Su primera película (Sweetie, 1989) compitió en la Sección Oficial y la tercera (El piano, 1993) le mereció la Palma de Oro. Curiosamente, ese triunfo histórico fue compartido con un hombre: el chino Chen Kaige, director de Adiós a mi concubina (1993).

Cuando Cannes celebró su 60 aniversario, se mandó realizar una película de cortometrajes a cargo de varios directores de renombre de todas partes del mundo. De los 36 invitados que tuvo A cada uno su cine (2007), solo uno era mujer. Adivinen quién. Y cuando Cannes designó por primera vez a una mujer directora sin experiencia como actriz para ser presidenta del jurado de la competencia oficial, la lista empezaba y terminaba con un solo nombre. Para Jane Campion, Cannes debe ser el lugar más surrealista sobre la tierra. Sin duda, merece todas esas adulaciones. Pero ¿y sus colegas?

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Por supuesto, hay muchas mujeres que han cosechado éxitos ahí. La mayoría de ellas son actrices. Es curioso es que la cantidad de Palmas de Oro para películas dirigidas por mujeres es igual a la cantidad de Premios Óscar para películas dirigidas por mujeres. En tres ocasiones estuvieron a punto de cambiar la historia: Márta Mészáros con Diario para mis hijos (1984), Naomi Kawase con El bosque del luto (2007), Alice Rohrwacher con Le meraviglie (2014), ganadoras del Gran Premio del Jurado, es decir ,el segundo puesto. Otro premio importante, el Premio del Jurado, ha recaído en cuatro directoras: Samira Makhmalbaf (A las cinco de la tarde, 2003), Marjane Satrapi (Persépolis, 2007), Maïwenn (Polisse, 2011) y, por supuesto, Andrea Arnold, nada más y nada menos que en tres ocasiones: por Red road (2006), Fish tank (2009) y American honey (2016).

En cambio, apenas una mujer ha ganado en toda la historia de Cannes el premio a Mejor Director: la soviética Yuliya Solntseva por La epopeya de los años de fuego (1961). Y solo una mujer ha sido laureada en Cannes por su trabajo como guionista: Agnès Jaoui, por Como una imagen (2004). Nada mal considerando que el porcentaje de directoras en competencia oficial suele estar entre el 0% y el 16%. Quizás si Frémeux mejorase este promedio, ocurriría algo parecido a lo que sucede con la Cámara de Oro, el Premio a la Mejor Ópera Prima en Cannes, otorgado en catorce ocasiones a mujeres directoras, desde la venezolana Fina Torres (Oriana, 1985) hasta la francesa Houda Benyamina (Divinas, 2016).

Lo que se pide a Frémeux y a todas las personas con algún poder dentro de la industria es un simple acto de justicia con el cine y con la sociedad. No se trata de regalar premios o de favorecer a nadie, sino de defender el derecho de competir de igual a igual.

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