(Foto: EFE)
Agencia EFE

Una vista aérea revela la magnitud del daño sufrido por decenas de edificios colapsados y el esfuerzo de los rescatistas por hallar supervivientes tras el de magnitud 7,1 del pasado martes en Ciudad de

Los edificios derrumbados quedaron rodeados por decenas de construcciones que, aunque sido desalojadas por precaución, lograron soportar de pie el terremoto.

Alrededor de las heridas abiertas por el segundo terremoto que ocurre un 19 de septiembre en Ciudad de México, la vida se ha visto afectada por el trabajo de los cuerpos de rescate y el de miles de voluntarios para buscar personas atrapadas bajo los escombros.

El colegio Enrique Rébsamen, en el sur de la capital mexicana, se convirtió en el símbolo de la tragedia.

Un complejo de 14 edificios de departamentos en la bulliciosa calzada de Tlalpan fue desalojado en su totalidad para ser evaluado después de que en uno de ellos, de cinco plantas, se derrumbara un piso sobre otro.

Dos edificios se colapsaron en sendas zonas de alta densidad de población, las zonas Del Valle y la Roma.

Alrededor de estas construcciones derrumbadas otros edificios quedaron en pie como mudos testigos del terremoto, en tanto se trabaja por normalizar el tránsito de personas y de automóviles por las calles de la capital mexicana.

Desde el aire, los voluntarios se distinguen por su gran número tanto por sus casacas de color naranja y sus cascos protectores y el orden que guardan en su trabajo, con plantas de energía, y hasta cocinas improvisadas.

El terremoto provocó el colapso de 38 edificios y las autoridades mexicanas han señalado que no se detendrán las labores de rescate para intentar hallar sobrevivientes.

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