Entrevista a Natalia Majluf, directora del MALI
Entrevista a Natalia Majluf, directora del MALI
Jorge Paredes Laos

Llegó al museo de arte de lima en 1995. Había terminado un doctorado en Historia del Arte en la Universidad de Texas, en Austin, cuando fue convocada por Walter Piazza, entonces presidente del patronato, como curadora en jefe. Luego, en noviembre del 2002, asumió como directora. Han pasado 20 años desde su llegada. Se lo recuerdo y ella sonríe. “Fue una oportunidad fantástica para mí. Han sido años bastante intensos”, cuenta. Se queda unos segundos en silencio y agrega: “Uno podría decir que es bastante tiempo para estar en una institución, y probablemente lo sea, pero las direcciones de museo en todas partes suelen tener tiempos largos porque son proyectos a largo plazo. Pero también los retos han ido cambiando tanto que siento como si hubiera estado en instituciones distintas”.
Y ahora el reto que tiene por delante la llena de orgullo. En poco más de una semana se abrirán las nuevas salas permanentes del museo. Por eso mientras conversamos nos acompañan martillazos, ruidos de objetos pesados que alguien arrastra por los pisos superiores.

¿Cuáles han sido tus grandes satisfacciones como directora del MALI?
Las salas de exposición y las obras son la cara visible de un trabajo mucho más amplio, complejo, que se sostiene sobre varios pilares. Uno de ellos es el fortalecimiento institucional y la profesionalización del museo, gracias al trabajo de todo el equipo y el liderazgo del patronato. El otro es haber logrado que la colección sea cada vez más representativa del arte en el Perú. Pocos museos han tenido una política tan sistemática de adquisiciones en los últimos 20 o 30 años. 

¿Algo que el público podrá ver en las nuevas salas permanentes?
No solo inauguramos nuevos espacios, sino nuevas colecciones que se han hecho sobre la base de adquisiciones y donaciones de varias generaciones de peruanos, que empieza con la donación de la Memoria Prado de los años sesenta, continúa con las donaciones de Manuel Cisneros Sánchez, Rafael Lemor, Maki Miró Quesada, Petrus Fernandini, Juan Carlos Verme, sin contar a los propios artistas que generosamente nos han dejado sus obras. Estoy hablando de los principales, pero hemos tenido muchos donantes, y también personas que no tienen grandes recursos y que han donado desde una fotografía hasta un libro para la biblioteca. Todo eso es muy importante para nosotros.

A diferencia de otros museos, el MALI es un espacio público al que viene mucha gente.
Sí, hemos logrado crear un espacio público desde la sociedad civil, en estrecha relación con el Estado. No olvidemos que el edificio es municipal y los fondos para la remodelación han venido del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo. Y el público que viene y paga su entrada también es parte de este esfuerzo. El año pasado tuvimos casi 170 mil visitas y este año esperamos llegar a 200 mil. Un museo como este es una herramienta para la educación. Queremos que este local sirva para todos los colegios de Lima. Veremos con el Ministerio de Educación cómo impulsar eso.

Es difícil describir una colección tan amplia, pero ¿cuáles son las joyas que la gente no debería perderse? 
Me niego a hablar de joyas porque creo que una colección… En realidad, diría que hay piezas e imágenes potentes. Hay una obra que es una tarjeta de visita intervenida, hay objetos que nos permiten pensar en las tradiciones y festividades de la sierra central, hay piezas que nos hablan sobre las formas en que el país imagina su propio pasado. Justamente la riqueza de la colección es su diversidad. Hay muchas piezas que van a despertar preguntas, sugerir reflexiones, y en ese sentido la colección sí puede ser un tesoro, un conjunto de obras que hablan desde distintos lugares y perspectivas acerca de lo que ha sido y es la historia cultural del Perú.

¿Cómo definirías esta producción que exhibirá el museo?
No hay una definición única. Hemos tratado de introducir nuevos capítulos que permitan profundizar la reflexión. Por eso abrimos una colección de fotografía, una  costumbrista y otra, aún pequeña, de tradiciones campesinas que estamos seguros motivará futuras colecciones.

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