(Foto: Percy Ramírez)
(Foto: Percy Ramírez)

“Me he pasado veinte años intentando que alguien se compre el rollo de que es viable la producción”, me dice una agitada Rocío Tovar, directora de Los perros, tomándose una pausa de terminar de cuadrar las pistas de sonido. “He dormido una hora”, dice, pero está satisfecha: ha llevado al teatro el guion de Reservoir Dogs, el clásico de Quentin Tarantino, en el año en que la ópera prima del director cumple 25 años. La obra se presenta de jueves a lunes, hasta el 17 de julio, en el Teatro Central de la Universidad de Lima.

¿Qué consideras que aporta la adaptación teatral al texto de Tarantino?
Hay una cosa muy rica en los textos de Tarantino en general: personajes muy contrastados, juegos de estructura narrativa muy buenos, diálogos geniales. Lo que aporta el teatro es llevar estos personajes a un extremo. No copiamos la película, usamos el mismo guion adaptado al teatro (respetando, sí, muchas cosas que seguramente los fanáticos nos van a exigir), lo que permite reforzar la relación entre Blanco y Naranja [personajes de la obra], la mezquindad extrema de Rosa, darle un sentido más teatral a la explosión sádica de Rubio. Creamos así otra dinámica, otro juego. Uno se pregunta qué cosas son viables y cuáles no, qué elementos de la forma que tiene Tarantino para contar pueden servir para llevar a una representación teatral. Quisimos jugar con el mismo tipo de estructura, con sus frecuentes callbacks, aunque no con las mismas escenas.

¿Qué momento de Reservoir Dogs te parece especialmente teatral?
La parte de la historia sobre cómo se prepara el infiltrado. Parece medio extraño que un policía le diga a otro: “Oye, ¿sabes quién es Marlon Brando? Actúa, tienes que parecer natural”, y no sé qué. Ese es un diálogo que Tarantino puso porque él ha sido también estudiante de actuación, se ha preparado como actor, y de ahí saca ese speech sobre el naturalismo. ¿Qué hace un policía que prepara a un infiltrado sabiendo de naturalismo teatral, que parte de Stanislavski y Chéjov?

Reservoir Dogs es una película dinámica no solo por los diálogos, sino también por los enfoques de la cámara y la exposición de la violencia. ¿Has buscado soluciones teatrales para evocar ese dinamismo o su tratamiento del texto va por otro lado?
Cuando las escenas son de acción directa y de violencia, hemos jugado mucho. Partimos del cachascán, y luego entró la Compañía de Teatro Físico de Fernando Castro para poder hacer las peleas más fuertes posibles. Por otro lado, para cosas como las persecuciones de Rosa y tal, cuando son contadas por el personaje, usamos una mezcla entre secuencia física, performance y audios. Pero, por ejemplo, cuando pasan las escenas que son los previos al asalto, jugamos con diapositivas que nos van dando, sobre la misma estructura de deshecho del depósito, un espacio aparte. El proyecto nos ha demandado mucho, desde las pistas sonoras hasta el juego de lenguajes visuales, el trabajo de diapositivas, el de audios dispersados tipo cine… Por ahí van a escuchar, además de las canciones que salen en la película, algunas otras de películas como Kill Bill, o escenas nuevas que hacen referencia a otras de sus películas. Todo ha salido del juego, de jugar con Tarantino, de meterse en su dinámica.

Hablando de Tarantino y de sus propios juegos, sus diálogos suelen tener un humor particular, una forma de ironía naturalizada. Tú has trabajado mucho tiempo haciendo comedias, como El Perú Jaja. ¿Cómo te has desenvuelto con este otro tipo de comedia?
Yo sé dónde puede haber una pausa y haber una risa. Si yo dejaba esos silencios, la gente se iba a reír. Yo quería que la ironía de Tarantino funcione dentro del drama, que es como él lo juega. Si yo buscase el efecto cómico, podría caer en una parodia de esto muy fácilmente, pero destruiría algo que me gusta y que respeto. Hay mucha gente a la que no le agrada la forma de ser de Tarantino, que no es un Amenábar o un González Iñárritu, que son tipos de mucha escuela. Es, más bien, talento bruto, si quieres, que usa todo lo que ha aprendido viendo cine. Pero es, con toda su irreverencia y antipatía, un tipo con muchas genialidades. Ya en su forma de mirar el mundo ves esta cosa medio irónica, de comedia negra, medio desadaptada. Tarantino es capaz de matar a Hitler, y a mí me encanta eso. Dice: “Estoy contando un cuento y me provoca contarlo así”. No se podía alterar eso.

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