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Los 60 años del edificio del ex Ministerio de Educación - 3
Carlos Batalla

Todos hemos pasado alguna vez, durante estos últimos 60 años, por el edificio que corona un extremo de la avenida Abancay, en el Centro de Lima, en esa esquina con Colmena, casi al frente del Parque Universitario. Es el inmenso inmueble concebido y diseñado por el arquitecto Ernesto Seoane Ros, y proyectado para ser la sede del Ministerio de Educación Pública

Se inauguró oficialmente el 17 de julio de 1956, pero su historia comienza años antes, siempre en los tiempos del “Ochenio” del general  Manuel A. Odría (1948-1956). En 1951 se inició el proyecto de lo que sería el edificio más alto de la capital durante casi 20 años (hasta que se inauguró el Centro Cívico de Lima). Aunque no había entonces edificio más alto que este, se sabía que en los años 50 era superado por la Iglesia de “La Cúpula” de Magdalena del Mar, terminada de construir en 1957.

Al arquitecto Seoane le costó convencer a Odría del diseño del nuevo local, hasta que una vez aprobado este, de estilo entre clásico y moderno, el propio presidente colocó la primera piedra el 27 de octubre de 1952, acompañado de su ministro de Educación, el general Juan Mendoza Rodríguez.

Condiciones arquitectónicas del edificio       

Seoane trabajó sobre la base de un terreno que en total pasaba los 6 mil metros cuadrados. La idea era tener cuatro frentes: el Parque Universitario, la avenida Abancay y los jirones Apurímac y Cotabambas. De esta forma, se construyeron las tres torres, la principal y central de 22 pisos (alcazaba una altura de 87.50 metros) y las laterales de 10 pisos. La estructura central utilizó acero alemán, importado de la fábrica Man, y supervisado desde su embarque y montaje por la Casa Robert Hunt de Londres. En toda la construcción se usó concreto armado en cada piso.



En la información técnica de la época se detallaba además que el complejo constaría de “10 ascensores Schindler”, divididos en seis grandes para el público, y otros cuatro medianos para los empleados. Se destacaba que la fachada estaba revestida “de material cerámico y de cristal ‘Sprandelite’”. El último elemento, el de cristalería, era una novedad en las construcciones en el Perú.

Al entrar en el hall, los visitantes verían dos mapas del país en un hermoso alto relieve; asimismo seis murales con motivos alegóricos referentes al tema educativo, a cargo de destacados artistas plásticos como Teodoro Núñez Ureta, Carlos Quíspez Asín, Juan Manuel Ugarte Eléspuru y Enrique Camino Brent. Su costo de 95 millones de soles (de la época) fue financiado con recursos del Estado peruano.

Inauguración matinal  

A las 11 de la mañana del martes 17 de julio de 1956, luego de casi cuatro años de trabajo constante, la inauguración empezó con la entonación del Himno Nacional del Perú, ejecutado por la banda de músicos de la “Guardia Republicana”, que resonó en toda la avenida Abancay, acompañado por el canto y coro de decenas de estudiantes de colegios nacionales y de los batallones de cadetes del colegio militar “Leoncio Prado” los que hicieron la guardia de honor. Entre el público invitado figuraron también ministros de Estado, miembros del Cuerpo Diplomático y, por supuesto, representantes del magisterio nacional.

La edición de la tarde del diario El Comercio de ese mismo día, informaba que, debido a la ausencia del aún presidente Odría que andaba en viaje oficial (ya teníamos entonces al presidente electo Manuel Prado Ugarteche), fue el ministro de Educación y presidente del Consejo de Ministros, general Juan Mendoza Rodríguez, quien izó la bandera nacional frente del edificio. Inmediatamente el Arzobispo de Lima, Juan Landázuri Ricketts, bendijo el local y luego se develó la placa conmemorativa del acto. Mendoza aprovechó el solemne momento para dar su discurso de orden.

Un discurso crítico ministerial

El primer ministro y responsable del sector Educación recordó los iniciales objetivos de la “revolución restauradora” del general Odría, para luego hacer un balance de cómo estaba, según el Gobierno, la política y la educación en 1948, cuando llegaron al poder.

“Hace cerca de ocho años, en este mismo lugar, ante las oscuras salas de un viejo y derruido edificio, encontramos una institución nacional afectada por la incomprensión y el desaliento. Era la época en que la educación sirvió de tema para exhibiciones oratorias y para campo aparente de especulaciones sociales. Las escuelas y colegios estaban afectados por influencias ajenas, el magisterio amenazado y postergado, la labor del docente relegada a un simple horario de clases (…)”, denunció el ministro Mendoza. 

Añadió, además, que la escuela peruana en el inicio del “Ochenio” estaba social y técnicamente “aislada del medio y de la comunidad”. El balance ministerial buscaba ser demoledor cuando señaló, con dedo acusador, que lo que se apreciaba entonces, “eran locales en deficiente estado y sin posibilidades de impulso y creación de nuevos planteles ya que la partida presupuestal no llegaba a un millón y medio de soles anuales”.  
               
Luego de la intervención del ministro, que abundó en los detalles del llamado “Plan de Educación”, que  incluía a todo el país, se dio la indicación para que todos los invitados ingresaran al hall e iniciaran una visita guiada por el nuevo recinto. Hasta ese entonces, todas las direcciones del sector Educación estaban repartidas por la ciudad. Por eso el festejo de la burocracia estatal que lograba así centralizar sus áreas de trabajo.    

            

A modo de anécdota, al día siguiente de la inauguración, en El Comercio se publicó un aviso de pinturas “Vencedor”, con el que, al parecer se había pintado los exteriores del nuevo Ministerio de Educación. Ya no anecdótico, sino penoso fue saber que los ingenieros del proyecto tenían pensado construir otro edificio de similares dimensiones enfrente de este, pero solo llegaron a dejar listo el sótano. La obra no se pudo seguir por falta de interés de los sucesivos gobiernos. 

Pero quienes sí se interesaron en el espacio olvidado fueron los comerciantes informales que decidieron echarle mano y crearon el centro comercial “El Hueco”, hacia mediados de la década de 1980.

El antiguo local del sector Educación inaugurado en 1956, alberga hoy –desde 1995 empezó en los primeros seis pisos– a la Corte Superior de Justicia Lima. El edificio fue reinaugurado con el nombre de un juez: Javier Alzamora Valdez.   

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