Ray Loriga o el arte de reinventarse
Ray Loriga o el arte de reinventarse
Juan Carlos Fangacio

Con el fantástico seudónimo ‘Sebastián Verón’, acaso porque comparte con el crack argentino el poder de la reinvención y una extraña genialidad, el español Ray Loriga ganó la vigésima edición del premio Alfaguara de Novela, uno de los más prestigiosos de la actualidad en lengua española.

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“[El seudónimo] es por la ‘Brujita’ Verón, un jugador argentino ya retirado que me gustaba mucho; era muy peculiar, y yo me tengo también como tal”, explicó al diario “El País” uno de los escritores más queridos de la llamada Generación X, aquella que en los años noventa alcanzó su pico de visceralidad al retratar el desaliento de una juventud hasta entonces subordinada.

Hoy, Loriga acaba de cumplir 50 años y a la barba y los tatuajes les ha sumado ya varias canas, aunque la actitud transgresora todavía parece ser la misma de antes, aquella que lo llevó no solo a escribir novelas memorables, sino a incursionar también en el cine, como aquellos espíritus incontrolables, que necesitan crear –lo que sea, en cualquier formato– para mantenerse activos, para sobrevivir en un mundo que les resulta hostil.

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TIEMPO RECOBRADO
El título de la novela con la que Loriga se ha adjudicado el Alfaguara es “Rendición”. Nombre sombrío para contar una ficción distópica, que bebe de Kafka y de Orwell, según ha revelado el propio autor, pero también de un cúmulo de referencias que ha venido explorando con la madurez y con los años (que no es lo mismo).

“Sin caer en moralismos, a través de una voz humilde y reflexiva con inesperados golpes de humor, el autor construye una fábula luminosa sobre el destierro, la pérdida, la paternidad y los afectos”, dice la sustentación del jurado que presidió la mexicana Elena Poniatowska y que estuvo integrado, entre otros, por Juan Cruz, Andrés Neuman, Samanta Schweblin y el peruano Santiago Roncagliolo, quien ganó el mismo premio en el 2006 por “Abril rojo”.

Porque “Rendición” parece ser una obra sobre el crecimiento y las formas de acoplarnos al paso del tiempo. “Trata sobre quiénes somos cuando nos cambian las circunstancias, cuando nos quitan las flores del jardín”, ha dicho el autor. Cambiado o no, es un gran momento para tenerlo de vuelta.

LECTURAS ESENCIALES

"Lo peor de todo" (1992)

Potente debut literario ambientado en la España de los ochenta. Una novela que, a pesar de lo corta y sencilla, ya proyectaba a un autor de lenguaje certero y personajes entrañables. Aunque Loriga cuestiona la etiqueta de la Generación X, esta impulsó el libro a ser un enorme éxito entre la crítica y el público.

"Héroes" (1993)

Robándole el título y una multitud de referencias al gigantesco David Bowie, Loriga lleva un escalafón más arriba la esencia de su primer libro para narrar una historia marcada por el rock, las drogas y el aislamiento de un espíritu adolescente que proyecta agitadas vivencias desde el encierro en su cuarto.

"Trífero" (2000)

Como en su novela anterior, “Tokio ya no nos quiere”, el autor escapa de las fronteras españolas e inicia un viaje no solo físico, sino trascendental a través de cuestiones de mayor madurez. La obra funciona como despedida de los noventa y de toda una era, a la par que encuentra a un autor mucho más cuajado y seguro.

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