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Leonardo Torres Villar

"De cada cien personas que creen tener vocación para la actuación, probablemente solo cinco o diez la tengan". Así de contundente es , quien este 2018 cumplió 15 años en la docencia.

Luego de dejar el Conservatorio de Formación Actoral del Británico y fundar, hace tres años, El Estudio, Torres sabe que los métodos y los contenidos tienen que adaptarse a los nuevos tiempos y contextos. "Las técnicas fueron creadas en cierto momento y con una idiosincrasia específica, ¿hasta qué punto podemos enseñar eso hoy? Yo asumo que si Meisner leyera mis apuntes diría que en esencia es lo que él quiso, pero que el profesor puso mucho de su parte", comenta el intérprete.

Ahora que acaba de culminar el año lectivo, aprovechamos para conversar con él sobre el perfil de los estudiantes de actuación de hoy en día y los nuevos lenguajes y códigos 2.0 que siguen ganando terreno.

—Se suele decir que los jóvenes directores y dramaturgos no ven mucho teatro. ¿Crees que pasa lo mismo con los actores que se están formando?
Hay de todo. Hay gente que dice que quiere estudiar actuación, pero nunca fue al teatro o que la confunde con el baile y la música. Creo que las artes en general y las artes escénicas en particular crean mucha confusión. A todos los niños les interesa estar en la obra del colegio por la emoción que se siente antes de salir a escena, pero de ahí a que sea una vocación… Pero sí, los jóvenes no van tanto al teatro o solo van a las obras grandes, dejando de lado el movimiento teatral que no es tan conocido. La mayoría no tiene idea de lo que hacemos.

—Hablaste de confusión. ¿Te refieres al ego?
Hay mucho de eso. Para empezar, todos tenemos algún tornillo suelto. Mi teoría, o tal vez es algo que leí y no recuerdo en dónde, es que los actores tenemos algún tipo de mecanismo que impide que nos aplaudamos a nosotros mismos correctamente y, por lo tanto, necesitamos que nos aplauda el resto. Esto muchas veces nos confunde y nos hace creer que nuestra vocación es pararnos sobre el escenario cuando lo único que queremos es, tal vez, aceptación. Creo que el camino correcto es convertir eso en tu profesión y hacerlo de manera responsable. Por ejemplo, yo no tengo problemas en que gente sin estudios teatrales empiece a tener trabajos importantes como actor, siempre y cuando, al hacerlo, sepa que se trata de una actividad muy importante para la sociedad, que es una carrera milenaria y que tiene que tomárselo en serio, estudiar y mejorar. Los actores no salen únicamente de las carreras o talleres de actuación, salen de la vida y la cosa es que se comprometan.

—En tu último taller tuviste un grupo de youtubers.
Sí, hubo gente que se dedica a eso de manera muy profesional y mediática. Como nunca antes, la manera en la que se maneja la información está cambiando. Al teatro le tomó 6 mil años asentarse y luego, de repente, en un solo siglo aparecieron el cine y la televisión, medios que empezaron a hacerle una competencia extraña ayudados por tecnologías como micrófonos y el lenguaje cinematográfico. Y ahora hay una nueva forma de actuación, la que es para dispositivos personales. Todavía no hemos definido la técnica para aquello que se ve en chiquito y es únicamente para ti, pero nos hace pensar que más cosas van a seguir apareciendo. Creo que las escuelas tienen que empezar a incorporar estos códigos porque la tecnología está cambiando la forma en la que percibimos todo.

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