El 20 de marzo de 1995 la ordenada población nipona, que en esos momentos se movilizaba por el metro de Tokio, en pocos segundos perdió su habitual serenidad. Un enemigo invisible se había infiltrado en el aire y estaba causando graves estragos en la gente. Las consecuencias fueron trágicas: murieron trece personas, 600 fueron hospitalizadas y 4.700 recibieron algún tipo de tratamiento médico.
Exactamente a las 8:17 de la mañana los transeúntes y pasajeros empezaron a sentir una extraña irritación en ojos y garganta. En pocos minutos el peligroso malestar había alcanzado 16 estaciones y tres líneas del metro, todas altamente congestionadas por tratarse de la hora en que el público acude a sus centros laborales.
Conoce más de esta dramática historia en el blog Huellas Digitales