Un año sin Felipe, por Mario Castillo Freyre
Un año sin Felipe, por Mario Castillo Freyre
Mario Castillo Freyre

Este domingo 30 se cumple un año del fallecimiento de , a quien –para aquellos que lo conocimos en las diversas facetas de su vida– extrañamos, y mucho.

En el foro, se recuerda al gran abogado, al consultor de respuesta certera, al decano que dio brillo a la orden.

En la vida pública, se extraña al político honesto, al ministro ejecutivo y lleno de iniciativas, al senador firme y de sólidos principios democráticos.

En la universidad, se extraña al profesor sapiente, quien enseñaba por amor a la docencia y gratitud a la casa de estudios por la que siempre dio todo sin esperar nada a cambio.

En la academia, se extraña a quien escribió incansablemente, para dejar testimonio de su vida y de sus conocimientos, como lo hizo en su muy recordado libro “En justicia”, en el que relató sus experiencias como restaurador del ; o en “Páginas del viejo armario”, oportunas memorias de ineludible lectura; o en “Las obligaciones”, exposición de motivos del libro del mismo nombre del Código Civil de 1984; o en su “Tratado de derecho de las obligaciones” y en el “Compendio” de la misma materia, obras cuya autoría tuve el honor de compartir.

En la vida, extrañamos al amigo, al consejero prudente, al alma de las reuniones y a quien siempre tenía algo interesante para contarnos.

Pero, sobre todo, los peruanos que creemos en el sistema democrático extrañamos a alguien que siempre aportó a la defensa de las libertades públicas, la prensa libre, la libre empresa y todos aquellos principios y valores que sustentan la democracia representativa; siempre militando en un mismo partido político.

Se extraña al ex alumno de la Universidad Católica que ocupó –con brillantez– más cargos públicos en su historia. Por si las dudas, recordemos que fue decano de la facultad, ministro de Justicia, senador de la República en dos períodos, último presidente del Senado, decano del Colegio de Abogados de Lima y presidente de la comisión que elaboró el de 1984.

Felipe constituyó siempre una garantía para los sectores democráticos del Perú, pues en ninguna de las etapas de su vida comulgó con opciones totalitarias.

Es curioso que durante este año no se hayan producido muchos homenajes recordando su memoria, pero escribiendo estas líneas entendí cuál era la razón; y es que su trayectoria de vida estuvo ajena a los caminos sinuosos por los que transita gran parte de la clase política nacional y de aquellos que, diciéndose demócratas por conveniencia, conservan intactos una hoz y un martillo en sus corazones.

En el fondo, debemos alegrarnos de que diversos sectores del ‘establishment’ político y académico no deseen recordar al político y demócrata triunfante, quien, cuando los tuvo que enfrentar, siempre consiguió la victoria en el ineludible escenario de las urnas.

Es claro, entonces, que a Osterling Parodi lo recordamos todos: quienes valoramos y admiramos su trayectoria personal, política, profesional y académica; y quienes lo recuerdan con envidia porque fueron vencidos siempre con las ideas, con las palabras, con la inteligencia, con el derecho y, por si fuera poco, en olor de multitudes.