Entender el belaundismo, por Víctor Andrés García Belaunde
Entender el belaundismo, por Víctor Andrés García Belaunde

He leído con sorpresa el artículo “”, del señor Enrique Pasquel, publicado el domingo 6 de marzo. El subdirector del diario El Comercio pretende con cifras parciales desacreditar el segundo gobierno del presidente Fernando Belaunde (1980-1985) y, por tanto, su reconocido lugar en la historia del Perú. 

Para entender el belaundismo, hay que hablar de las dos administraciones de Belaunde, y la de Valentín Paniagua, y recordar que en los últimos 50 años los únicos presidentes que no han sido procesados por actos de corrupción y otros han sido precisamente ellos.

Parecería que los valores éticos y morales de nuestros mandatarios no son de interés para algunos.

Recordemos asimismo que Belaunde tuvo grandes ministros. Por ejemplo, el insigne filósofo don Francisco Miró Quesada Cantuarias, actual director general de El Comercio, fue el titular de Educación, además de autor del manual ideológico de Acción Popular “El Perú como doctrina”. Pasquel debería consultarle los logros de Belaunde antes de pedir “cadena perpetua” por lo que él describe como “completo desastre económico”, en caso este último fuera un crimen.

Belaunde tampoco compró líneas editoriales como sí lo hizo Alberto Fujimori. Es más, al devolver El Comercio y otros medios de comunicación a sus legítimos dueños, como primer acto de su segundo gobierno, Belaunde aseguró que la economía dispusiera de información fidedigna para una mejor formación de precios, lo que constituye la base de cualquier economía de mercado.

Pero mejor “dejemos que las cifras hablen”, como señala Pasquel. El promedio de crecimiento anual del primer gobierno de Belaunde fue de 5%, uno de los más altos de la región, y su deuda externa, exportaciones e ingreso per cápita eran similares a los de Chile y superiores a muchos de nuestros otros vecinos.

No obstante, cuando Belaunde regresa al poder 12 años después, encontró al país con una inflación de casi tres dígitos, una deuda externa que había crecido 12 veces, un Estado elefantiásico con más de 200 empresas públicas, una economía con escasa inversión privada. Todo ello resultado del velasquismo económico. Además, la Constitución de 1979 recién se ponía en práctica.

En la segunda administración de Belaunde sí se creció: en 1980, 1981, 1984 y 1985, con un promedio anual de 4,3%. ¿Qué pasó en 1982 y 1983? En estos dos años el Perú sufrió el impacto del fenómeno de El Niño, “el peor de la historia” –según los estadounidenses–, lo cual significó una caída brutal del PBI de 13%. La devastación de los cultivos produjo una inevitable escasez de alimentos, situación que se tradujo en inflación. 

Si aplicamos esta tasa de contracción económica al segundo gobierno de Alberto Fujimori, su promedio de expansión anual sería de cero por ciento. Con sus propias palabras y lógica, ¿habría que cambiar su condena de 25 años por la de “cadena perpetua” entonces? Lo que sí hubo con Fujimori que no hubo con Belaunde fue hipercorrupción, que Paniagua castigó valientemente.

Con la llegada de Belaunde en 1980, la inversión privada creció notablemente en 30% y 20% en sus dos primeros años de gobierno, pero, a consecuencia del fenómeno de El Niño, se retrocedió 40% en 1983. ¿Qué privado invierte en medio de una tempestad?

Sin embargo, los planes de construcción de viviendas en Lima y provincias, hospitales, carreteras, puertos y escuelas, así como la vasta infraestructura en energía que hizo Belaunde no tuvieron comparación con ningún otro gobierno de la historia peruana.

El señor Pasquel insinúa que somos estatistas confiscatorios, pero olvida –otra vez– el equipo de distinguidos economistas y profesionales que acompañaron a Belaunde en diversas funciones: Richard Webb (presidente del Banco Central de Reserva los cinco años del segundo gobierno de Belaunde), Tulio de Andrea, Raúl Ferrero Rebagliati, Manuel Ulloa Elías, Carlos Rodríguez-Pastor, Guillermo Garrido-Lecca, Sergio Málaga, Roberto Dagnino, Roberto Abusada, Ismael Benavides, Pedro Pablo Kuczynski (PPK), entre otros.

Finalmente, los tiempos son diferentes. Ante la crisis que se avecina, el modelo fujimorista de crecimiento sin inclusión y con corrupción no da para más. Necesitamos hacer cambios en democracia y no dudar frente a las mafias e intereses subalternos. Eso hará Barnechea: reformas en beneficio de las clases medias y obras sin corrupción. En suma, crecer sin robar.