Maria Cecilia  Villegas

La filosofía global del capitalismo consciente fue creada por empresarios y académicos estadounidenses, todos ellos capitalistas que consideraron que el capitalismo del accionista, aquel que promueve que las solo existen para generar utilidades al accionista, estaba dañando al capitalismo y perdiendo legitimidad en el ámbito global. Con ello, se afectaba el sistema de la libre empresa y se debilitaban las instituciones y la democracia. El adjetivo ‘consciente’ se refiere a aquel empresario que se da cuenta y actúa. Que lidera entendiendo su rol en la sociedad y el impacto positivo que puede generar en el país. Pero en una sociedad tan limitada y polarizada como la peruana, nos quedamos cuestionando nombres y no entramos a debatir ideas.

Los líderes empresariales tienen un rol impostergable como agentes de cambio para romper las trampas de pobreza y exclusión que existen en el , donde la gran mayoría de ciudadanos se desarrolla en la extralegalidad. Pero no todos quieren asumirlo. Porque aún hay empresarios que creen que su único rol es hacer empresa y pagar impuestos y que solo los informales dañan el sistema. Y esto ha llevado a que el 76% de los peruanos considere que los empresarios de las grandes corporaciones no son íntegros ni honestos.

Tenemos que revertir esta percepción si queremos recuperar la confianza de los ciudadanos en el modelo económico. Y, para lograrlo, debemos reconocer que no siempre hemos hecho las cosas bien. Y que aún hoy no todos lo estamos haciendo. Negar la realidad y no reconocer que aún existen empresas mercantilistas, de todos los tamaños, que existen corrupción y captura de rentas y malas prácticas empresariales, no cambiará la percepción de la mayoría de los ciudadanos ni nos dará legitimidad para defender el sistema de la libre empresa.

Larry Fink, CEO de Blackrock, sostiene que “sin un sentido del propósito ninguna empresa alcanzará su máximo potencial y sacrificará su futuro, porque perderá la confianza de sus ‘stakeholders’ al sucumbir a presiones de corto plazo”. Y esto es lo que ocurre cuando nos centramos exclusivamente en generar plusvalía sin importar cómo, sin una cultura corporativa que ponga al centro del negocio a las personas. Sin principios y sin valores y guiados solo por KPI financieros, difícilmente lograremos tener un sentido de propósito que nos permita recuperar la confianza de los ciudadanos en la empresa.

Una práctica común en nuestro país es que las grandes empresas se financian a través de sus proveedores, pagándoles sus facturas a 90 o 120 días. Los proveedores, que son en su mayoría mypes, son empujados hacia la informalidad por estas malas prácticas empresariales. Lo que, a su vez, se refleja en la imposibilidad de la mype para crecer, generar mejores puestos de trabajo y, por lo tanto, atraer mejor y mayor talento, lo que a su vez le generaría mayor productividad y competitividad. Este tipo de prácticas promueve el enanismo empresarial (uno de nuestros graves problemas estructurales). Otra práctica que debilita el desarrollo de las mypes son las tasas de interés y las condiciones que las entidades del sistema financiero les imponen para acceder a créditos, ahogándolas e impidiéndoles crecer y ser más productivas. Sin un sistema financiero que entienda que su propósito es permitir el desarrollo de la empresa, el país no podrá crecer ni desarrollarse.

Las empresas pueden contribuir al desarrollo del país teniendo un sentido de propósito, desarrollando una cultura corporativa sobre la base de valores y principios, buscando el desarrollo y capacitación de las personas (trabajadores, proveedores y distribuidores) generando progreso en las comunidades donde operan, aumentando la productividad y la competitividad y logrando confianza y credibilidad. Todo lo anterior repercute en una mejora de la rentabilidad del negocio y las hace sostenibles. Para lograrlo se necesita una estrategia de valor compartido como parte del ‘core’ del negocio. No es responsabilidad social ni filantropía. Es una forma de hacer negocios.

En el Perú existen empresas que están transformando al país con su forma de hacer negocios, invirtiendo en toda su cadena productiva y siendo guiadas por líderes que han entendido cuál es el rol de los empresarios en el desarrollo del país. Necesitamos más de estas empresas y sus líderes empresariales.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Maria Cecilia Villegas es CEO de Capitalismo Consciente Perú