Se suponía que las elecciones en el Reino Unido debían traer seguridad y estabilidad al país, y fortalecer la figura de la primera ministra, Theresa May, antes de las cruciales negociaciones sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE). Incluso hace unas semanas se creía poco probable que perdiera. Hoy, sin embargo, se percibe que ha perdido de manera espectacular: su partido, el Conservador, realizó una campaña mediocre y no logró una victoria general en la votación nacional. Ahora se enfrenta a un futuro incierto al frente de un gobierno de coalición frágil y posiblemente de corta duración.
A pesar de las predicciones generalizadas de que el gobierno disfrutaría de una victoria fácil contra una oposición debilitada, la apuesta de May para convocar unas elecciones tempranas resultó seriamente contraproducente. Los conservadores ahora tienen 13 escaños menos en el Parlamento que antes, mientras que el opositor Partido Laborista ganó 30 escaños. Su liderazgo se ha visto fatalmente dañado. Y se dirige a las negociaciones del ‘brexit’ –programadas para el 19 de junio– en una posición mucho más débil, mientras que sus planes para adoptar una estrategia dinámica frente al acuerdo de ‘brexit’ parecen estar menoscabados. Sus oponentes, incluso algunos dentro de su propio partido, han pedido que renuncie.
Entonces, ¿qué salió mal para May y los conservadores? Por un lado, el Partido Laborista realizó una campaña electoral mucho mejor. A pesar de comenzar unos 20 puntos detrás del gobierno en las encuestas de opinión, el líder Jeremy Corbyn desafió a los críticos que lo habían llamado “débil e incompetente” ganando el apoyo popular gracias a sus promesas de mejorar las condiciones de las familias más pobres del Reino Unido. Muchos jóvenes votantes le sumaron su apoyo después de que prometió abolir las tasas universitarias. Aunque el Partido Laborista no consiguió suficientes escaños para formar su propia coalición, Corbyn lo calificó de “un resultado increíble para el Partido Laborista”.
Theresa May, por otro lado, lucía incómoda durante la elección y realizó lo que muchos han llamado una campaña “desastrosa”. Se negó a participar en debates televisados, mientras que sus promesas electorales se vislumbraban mucho menos atractivas que las ofrecidas por el Partido Laborista. Del mismo modo, su agrupación no pudo conseguir los votos del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), muchos de los cuales terminaron en el Partido Laborista. El Partido Conservador Escocés, sin embargo, ofreció un cierto alivio al ganarle un número significativo de asientos al Partido Nacionalista Escocés, que perdió el apoyo entre los votantes debido a su impopular plan para celebrar otro referendo sobre la independencia escocesa.
A corto plazo, May debe encontrar una manera de mantener el apoyo de sus socios de la coalición minoritaria, el Partido Unionista Democrático de Irlanda del Norte (DUP), o, como muchos analistas predicen, su “matrimonio de conveniencia” se derrumbará. Asimismo, el pequeño Partido Norirlandés, con solo 10 escaños en el Parlamento, ha pasado de un partido de protesta para convertirse en una nueva fuerza significativa en la política británica. Aunque comparte una posición común con el Partido Conservador en asuntos importantes como impuestos, defensa y antiterrorismo, podría dividir fácilmente a los partidarios de May sobre su fuerte oposición frente al matrimonio entre personas del mismo sexo y al aborto.
Y con su fuerte apoyo al ‘brexit’, el DUP probablemente empujará a May a tomar una línea dura en sus negociaciones sobre la salida del Reino Unido de la UE. Sin embargo, los resultados de las elecciones parecen mostrar que el pueblo británico tiene ahora sentimientos muy contradictorios acerca de esta postura. Ahora, May tendrá que equilibrar las demandas de los miembros de la línea dura del ‘brexit’ en el Parlamento, frente a una oposición recién fortalecida, que busca un enfoque más suave y conciliatorio de las conversaciones.
Lo más preocupante de todo es que, a pesar de las elecciones, el país todavía no cuenta con un plan coherente para enfrentar el ‘brexit’ y mucho menos un plan económico a largo plazo. La campaña electoral ya ha disipado la atención durante seis semanas. Con gran incertidumbre política por delante, es casi seguro que se pierda más tiempo de vitales negociaciones para poder llevar a cabo el ‘brexit’.