"Lo que se logra con esa narrativa engañosa es ocultar que el único sector que realmente quisiera imponer un régimen autoritario que suprima controles democráticos es la izquierda radical" (Ilustración: El Comercio).
"Lo que se logra con esa narrativa engañosa es ocultar que el único sector que realmente quisiera imponer un régimen autoritario que suprima controles democráticos es la izquierda radical" (Ilustración: El Comercio).
Jaime de Althaus

Algunos analistas y políticos están teniendo éxito en construir el mito de que ha surgido en el Perú una “ultraderecha” que se expresa en tres bancadas en el Congreso: , y . Al punto de que se empieza a producir una polarización ya no entre las bancadas de centro y derecha, de un lado, y las de Perú Libre y Juntos por el Perú, del otro, sino entre las bancadas de centro y las de derecha –tildadas de “extrema derecha” por voceros de las bancadas de centro–.

Con eso se ha logrado dividir al bloque opositor al punto de que las bancadas de centro han protegido al presidente Castillo para que no tenga que dar explicaciones en el Congreso. Si eso sirviese para virar hacia un Gabinete con los partidos de centro, renunciando al maximalismo, bueno sería. Pero, al revés, hasta ahora solo ha servido para reincorporar a Cerrón y para que Castillo no dé explicaciones sobre nada.

La última columna de Martín Tanaka, reputado politólogo, afirma, por ejemplo, que “nos encontramos frente al desarrollo de una que amenaza los procesos democráticos y los avances en derechos”. ¿De qué está hablando? Es cierto que Rafael López Aliaga ha tenido algunas expresiones infelices y lamentables, pero que son parte más de una personalidad, en ocasiones, verbalmente incontinente que de una ideología autoritaria o totalitaria que busca suprimir la democracia. Eso no existe en ninguna de las fuerzas de derecha.

Lo que se logra con esa narrativa engañosa es ocultar que el único sector que realmente quisiera imponer un régimen autoritario que suprima controles democráticos es la izquierda radical. La asamblea constituyente, en clave bolivariana, conduce a ello, como ya sabemos, y es lo que ahora quisiera relanzarse, amenazando nuevamente al Congreso. “Nos falta la ley que haga cumplir las leyes”, acaba de decir Castillo, y ha vuelto a Palacio el partido vanguardia del pueblo, deseoso de tomar el poder y permanecer en él.

A esos partidos sí cabe aplicarles el mote de ‘ultra’. Pero no. Ahora hay ‘ultraderecha’, más no hay ‘ultraizquierda’. Es el mundo al revés. Tanaka llega a decir que la derecha es una amenaza mayor que la ‘ultraizquierda’. Escribe: “Este parece ser el dilema que enfrentamos hoy: no estamos satisfechos con el gobierno actual, pero las alternativas lucen iguales o peores”. ¿Dónde hay algún planteamiento en esos partidos que pudiera llevar a suprimir la democracia?

Y en lo económico serían infinitamente mejores. Pero, en ese terreno, Tanaka solo ve el deterioro político de los últimos años como causa de las malas perspectivas de crecimiento, cuando lo que principalmente impacta en las perspectivas económicas es la enorme incertidumbre creada por un gobierno que renueva votos por la asamblea constituyente, quiere revisar contratos “lesivos”, se dispone a cerrar minas en cabecera de cuenca y respalda el bloqueo en el corredor minero.

Como bien ha señalado Moody’s, en condiciones normales, el Perú crecería, cuando menos, 6% el próximo año. Según el IPE, apenas llegaremos al 1,9%, trayendo más pobreza. No cabe duda de que, si cualquiera de los partidos de derecha hubiese ganado las elecciones, el país estaría creciendo a tasas muy altas aprovechando el viento favorable de los precios internacionales y no habría amenaza alguna a la democracia más que la que viniera de la ‘ultraizquierda’.

Lo que sí es cierto es que la derecha se ha sincerado y expresa con menos temor sus ideas. Eso es bueno, no malo. Siempre habíamos tenido una derecha algo vergonzante que quería teñirse de rosado. Aunque ahora también tiene variantes populistas. Y la que pudo ser una derecha popular, terminó diezmada por la justicia politizada de los últimos años. Pero todas creen en la democracia y la defienden contra un gobierno que la amenaza.