"El hincha que paró de sufrir", por Pedro Canelo
"El hincha que paró de sufrir", por Pedro Canelo
Pedro Canelo

Eduardo tiene 40 años y se ha pasado la cuarta parte de su vida esperando que su (ex) glorioso equipo vuelva a campeonar en el cada vez menos potentado torneo de fútbol peruano. Ya no recorta fotos de Waldir ni mucho menos del ‘Puma’. Este cansado taxista ha decidido rebelarse ante la dictadura de la derrota en el balompié nacional. Este último domingo, antes de encender su noventero Toyota Corolla y salir a trabajar, se ha puesto  una camiseta (Made in Peru) del Barcelona. “Fútbol peruano nunca más”, parece decir Eduardo mientras pisa el embriague. Para recorrer pistas mejores, este piloto futbolero ha aumentado las velocidades. Su fanatismo ya no transita con la pasividad de ese Cocharcas José Leal que es el campeonato local, ahora acelera como ese monoplaza de Fórmula Uno que es el fútbol europeo. Esa pasión reinventada corre a mil por hora y no tiene freno.

Más de un millón de personas se conectaron a la noticia del clásico español en la página web de este diario. Esta cifra podría ser diez veces más de lo que suma un ‘U’-Alianza de los últimos tiempos. El levantamiento de los sufridos hinchas peruanos comenzó con la lluvia de información que aterriza en tiempo real vía internet. Además hoy los partidos son transmitidos en vivo para todo el planeta; antes del cable en el Perú teníamos que esperar días para ver los goles de Zamorano o de Romario. Díganle globalización, si quieren. Entre el Barcelona y el Real Madrid suman casi 150 millones de seguidores, es decir toda la población de España multiplicada por tres. El fenómeno es mundial, pero aquí en el Perú es un flotador para no ahogarnos en la marea de los eternamente vencidos.

En países como Chile y Argentina (y hasta Ecuador) aún se resisten a entregarse al megashow de Messi, Cristiano y compañía. Sus portadas deportivas del último fin de semana conservaban la tradición del torneo local. Ellos, recientes mundialistas, tienen motivación para defender su patrimonio futbolístico. Un patrimonio que aquí solo tenemos en tiempo pasado. No es coincidencia que Vietnam, país sin presente en el balompié, sea uno de los diez países donde más se comenta en Facebook un partido como el Barza-Real. El Perú, aunque nos duela, hoy está en ese lote de naciones improbables para el éxito futbolístico que prefieren lo foráneo. La crisis de la marca fútbol en Perú es indiscutible: dos de los equipos más grandes están en el hoyo económico, no clasificamos a un Mundial hace 33 años y ni siquiera exportamos futbolistas a equipos decentes. Ya eso cansa. El hincha peruano es la amante despechada a la que han engañado de ida y de vuelta. Sintiéndose solo y abandonado se buscó otro amor. Después de un corazón roto no hay camino de regreso.