"El proceso toma tiempo pero es prudente, respetuoso de la libertad de expresión y sentaría un buen precedente contra los excesos insanos de algunos programas y conductores". (Ilustración: Giovanni Tazza)
"El proceso toma tiempo pero es prudente, respetuoso de la libertad de expresión y sentaría un buen precedente contra los excesos insanos de algunos programas y conductores". (Ilustración: Giovanni Tazza)
Fernando Vivas

Fui crítico de televisión por muchos años y participé en el debate sobre su regulación y su autorregulación. Soy libertario y creo que la prensa no debe tener más cortapisas que las que señala el Código Penal para delitos contra el honor. Hay otros ilícitos penales que no han sido tipificados pensando en la TV, como aquellos contra la tranquilidad pública, la apología del delito, la discriminación, cuya aplicación no promuevo para ella porque chocan contra el derecho a la libertad de expresión.

Pero tampoco preconizo la impunidad e irresponsabilidad de los medios cuando sus conductores se acercan peligrosísimamente a esas figuras delictivas y las agravan con su popularidad. Hay dos vías para vérnoslas con esos extremos.

La primera es la ley, pero no en la forma y desde el sector que sugirió Violeta Bermúdez en su conferencia de prensa del sábado pasado cuando reaccionó a la perversa desinformación a partir del estudio preliminar de la vacuna de (el conductor Beto Ortiz dijo que “no sirve” y su experto entrevistado, Ernesto Bustamante, dijo que era “agua destilada”).

Bermúdez dijo que había consultado al sobre la pertinencia de iniciar acciones legales. El ministro Eduardo Vega ya le respondió que mejor no. Ni él ni el gabinete quieren meterse en camisa de once varas. Me temo que Bermúdez y Vega ignoran el debate que les mencioné.

El Minjus no tiene nada que ver, el tema está en la cancha del Ministerio de Transporte y Comunicaciones (MTC) y allí se puede y se debiera ventilar. El ministro de esa cartera, Eduardo González, estará silbando al techo. La Ley de Radio y TV tiene una fórmula muy respetuosa de los medios, que los puede amonestar y sancionar si, previo informe de una entidad llamada ConcorTV, se encuentra que no han cumplido con su código de ética.

He ahí la autorregulación: No te impongo una ley, tú mismo la haces y la cumples. Willax TV tiene un código colgado en su portal, que bajo el título ‘Nuestros principios’ dice: informa la verdad”, “nuestros reporteros contrastan sus datos”, “Willax TV actúa objetivamente” y esta perla que es el principio 12: “Al cubrir una noticia de desastre o catástrofe natural, los periodistas de Willax TV buscarán en primer lugar preservar la vida de los ciudadanos, estimular la solidaridad con el prójimo y destacar la valentía de los voluntarios, antes que la lástima y la crítica a las autoridades”.

El proceso toma tiempo pero es prudente, respetuoso de la libertad de expresión y sentaría un buen precedente contra los excesos insanos de algunos programas y conductores. La otra vía son los procesos de ética dentro del gremio televisivo, la SNRTV, que ya ha resuelto varias controversias. Pero Willax no pertenece a la SNRTV. Quedan la primera vía o la impunidad de siempre.