Julio Guzmán en el mundo real, por Marco Sifuentes
Julio Guzmán en el mundo real, por Marco Sifuentes
Marco Sifuentes

Para este candidato, lo único constante es la contradicción. Su partido es un vientre de alquiler improvisado sobre la marcha. Su narrativa (colores, frases, hasta la tipografía) ha sido copiada del Podemos español. Y, aun así, va segundo en las encuestas. ¿Cómo lo hace? Gracias a un miembro de su comando de campaña, accedí a algunos datos internos que pueden ilustrarnos sobre sus secretos.

Primero, contexto. Su fenómeno inicialmente era parecido al de PPK 2011 (el candidato de los jóvenes limeños A/B que sube gracias a las redes), pero ya empieza a trascenderlo. A estas alturas del 2011, a pesar de aparecer constantemente en medios masivos, PPK arañaba el 5%. Su despegue se inició la última semana de febrero (con la famosa “pesada”) y siguió subiendo hasta que se topó con las elecciones. 

En cambio, el subidón de Guzmán empezó en la quincena de diciembre. De hecho, en la última semana de enero, según GFK, Guzmán ya alcanzaba el 15,3% en el sector C (algo que PPK solo consiguió, después de mucho esfuerzo, en la última semana de marzo). En resumen, Guzmán 2016 le lleva unos dos meses de ventaja a PPK 2011. 

Pero hay otro factor: en el 2011 solo el 16% de peruanos tenía acceso a Internet en sus hogares y la red social preferida en nuestro país aún era Hi5. Cinco años después, más de la mitad de la población accede a Internet, ojo a esto, todos los días (en buena parte, gracias a los smartphones). Más de 13 millones de peruanos tienen Facebook. El alcance potencial de un “fenómeno de Internet” es mucho mayor al de la elección anterior.

La campaña de Julio Guzmán, inicialmente, apuntó al público más joven: mensajes políticos animados con emojis, creación de la mística de la “ola morada” contra los “dinosaurios” y una guerrilla de videos virales (los más célebres usan intros de todo tipo de dibujos animados, que llegan a un público que prefiere el entretenimiento y que habitualmente no usa las redes para informarse). No en vano su jefe de campaña, Jonathan Reynaga, no solo ha tenido experiencia con los líderes de Inglaterra y Ruanda, sino también como guionista jefe del famoso ‘reality’ The X Factor en EE.UU.

El primer punto de inflexión fue CADE. Guzmán se dedicó a ‘trollear’ a todos los candidatos en Twitter y las redes se invadieron de memes comparando su exitosa presentación en CADE 2014 con las insípidas performances de sus competidores. Los medios empezaron a fijarse en el candidato, para entusiasmo de sus seguidores, que redoblaron los memes. En un video sentimentalón, el candidato le pide a sus seguidores que lo compartan, cada uno, con diez amigos. Resultado: más de 5 millones de personas alcanzadas y su página de fans triplicó sus seguidores. Sin invertir en pauta publicitaria.

Lo que queda claro es que la gente que vota o podría votar por él busca desesperadamente un rostro nuevo, a pesar de todo. Por ejemplo: el otro subidón de seguidores ocurrió gracias a su, por decir lo menos, poco inspirada presentación en “Sin medias tintas” (17/1), cuando ya estaba en el quinto puesto. A pesar de sus contradicciones, estar expuesto en televisión durante tanto tiempo, y resaltando su condición de candidato en ascenso, fue redituable. Al día siguiente volvió a romper otro récord. Hubo un día en el que sus publicaciones alcanzaron a 4,7 millones de personas (casi el 15% de la población peruana en solo 24 horas).

Pero aquí se le acaba el crédito. Y aún faltan dos meses para la primera vuelta. Dos meses es mucho tiempo para continuar con incoherencias y sin un equipo que le sirva de escudo. Sus incursiones fuera de Facebook hacia el mundo real no han sido muy felices y corre el riesgo de dejar de ser un rostro nuevo (sobre todo ante la aparición de Barnechea). Dos meses es una eternidad en Internet y es una eternidad más larga aún durante una campaña electoral peruana.