Cuando era chico me regalaron un ‘Minidisc’. Me lo trajeron de Japón. En ese momento creí que era el siguiente gran paso luego de haber trajinado un par de ‘Walkmans’ y descubierto después el ‘Discman’, pero la verdad es que el nuevo adminículo, por bonito que fuera, no duró mucho. Ya el ‘mp3′ estaba encima y lo fulminó. Hoy pocos recuerdan al ‘Minidisc’. Parecía el futuro, pero se hizo pasado demasiado rápido.

He estado pensando en esas revoluciones en torno al consumo de después de ver una película y una miniserie (ambas están en Netflix). La primera es italiana, se llama “Mixed by Erry”, y cuenta la historia real de los hermanos Frattasio, quienes, en los años 80, en Nápoles, levantaron un imperio millonario con la reproducción y venta de casetes piratas, aunque el concepto de la piratería caía en vacíos legales por aquel entonces. La película es ligera, fácil de ver, porque tiene encanto y mucha nostalgia. Pero es también un retrato convincente de cómo la industria musical se tuvo que ir amoldando a las prácticas y tendencias de los melómanos.

Más cercana al presente es “The Playlist”. En seis episodios, relata cómo surgió , el mayor fenómeno musical sueco desde ABBA. La hoy ubicua plataforma de streaming supo aprovechar el auge de servicios ilegales como The Pirate Bay para formalizar su dinámica, perfeccionarla e instalarse en gran parte de los ‘smartphones’ del mundo. Aquí no solo se nos cuenta la historia personal de su creador, el polémico Daniel Ek, sino las tensas negociaciones con las disqueras, el desarrollo de su poderoso algoritmo y el trato con los propios músicos, que sigue siendo considerado abusivo y tiránico por parte de la empresa, en términos de reconocimiento creativo.

Puede parecer que Spotify está hoy en la cúspide, pero los cuestionamientos a su modelo de negocio podrían hacerla trastabillar en cualquier momento. Y entonces algo más atractivo, novedoso y efectivo deberá aparecer. ¿Cuál será la próxima gran transformación en el consumo de la música? ¿Cuenta el regreso de los vinilos como una nueva etapa en este singular camino de satisfacciones auditivas? El próximo fin de semana, 8 y 9 de julio, tendrá lugar en el Campo de Marte la cuarta edición del Festival Internacional del Vinilo, lo que confirma el resurgimiento incluso a nivel local de este formato voluminoso, frágil, caro y, sin embargo, favorito de muchos.

Quizá nos hemos cansado de la celeridad. De las tecnologías que caducan en pocos meses para ser remplazadas por otras, de los infinitos archivos digitales al alcance del pulgar. Quizá el volver a tiempos primigenios nos ayude a escuchar con más calma, a escuchar mejor. Como quien se pone de pie para darle vuelta a un vinilo, contra toda esa lógica de la prisa y la fugacidad de nuestros tiempos.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Juan Carlos Fangacio Arakaki es subeditor de Luces