Camila Asencio

El peruano ha comprado toda su vida. Esta ha sido adaptada por cada comerciante basándose en la situación política y social del país con la finalidad de estar al alcance de sus clientes y, de esa forma, mejorar su calidad y experiencia.

La industria textil en nuestro país no solo es una de las más reconocidas en el ámbito internacional, sino que también aporta al PBI entre US$4 y US$5 millones al año.

Sin embargo, “no todo es color de rosa” en el mundo textil y existen aspectos que generan desconfianza. Uno de ellos, quizás el más importante, es la explotación laboral que sufren algunos trabajadores de esta industria. Otro de los problemas más comunes apareció con la implementación de la tecnología. ¿Se necesita una nueva estructura legal para prevenir que el emprendedor incumpla con sus trabajadores y clientes? En mi opinión, el Perú le debe dar la bienvenida al ‘fashion-law’ o de la moda.

Esta nueva rama del derecho vio sus primeras luces en territorio peruano en el 2015 gracias a la abogada Annalucia Fasson Llosa, quien fue la pionera e impulsora. Ella ubica la función de este derecho en “brindar una asesoría adecuada a las características propias del sector”, ya que la moda está en constante cambio. Es decir, el abogado de esta rama debe estar familiarizado con el entorno empresarial y tener conocimiento sobre el control de la industria.

Considero que el principal beneficio de contar con un enfoque más especializado, donde el abogado peruano le diera la importancia necesaria a este sector, es la generación de una industria más competitiva que pueda enfocarse en temas como la innovación y la internacionalización. Además, beneficiaría a la economía al tener una mejor asesoría legal, respetando las leyes peruanas junto con las fases del proceso de producción. ¡Claramente, este derecho tiene un futuro prometedor!

Camila Asencio es estudiante de Derecho en la Universidad del Pacífico