Pamela Vilcapuma

En los últimos años, el Perú ha enfrentado una serie de desafíos en materia de y que han capturado la atención y preocupación de la sociedad en su conjunto.

La lucha constante contra la criminalidad ha sido un tema central en la agenda pública y política del país. Si bien se han implementado diversas estrategias y políticas para abordar este problema, es necesario reflexionar sobre las causas subyacentes del delito y considerar enfoques integrales para construir una sociedad más segura y justa.

La delincuencia en el Perú es un fenómeno complejo y multifacético que abarca desde delitos menores hasta crímenes graves como el narcotráfico, la extorsión y la violencia armada. Estas se hallan establecidas sobre una serie de factores interrelacionados, que van desde la desigualdad económica y social hasta la falta de oportunidades educativas y laborales.

En consecuencia, se genera un ciclo de pobreza y desesperación que induce a las personas hacia la criminalidad como única alternativa para sobrevivir. En ese sentido, es fundamental que el gobierno y la sociedad en su conjunto trabajen para mejorar las condiciones de educación y empleo, creando así un camino claro para que los ciudadanos puedan alcanzar sus metas legítimas.

Por otro lado, la corrupción en las instituciones gubernamentales y de seguridad es un problema significativo que debe ser abordado con urgencia. La falta de confianza en la justicia y en las fuerzas del orden público socava los esfuerzos para combatir la delincuencia. La impunidad resultante de la corrupción debilita la autoridad del estado y fortalece a los grupos criminales.

Considero que, para abordar estos desafíos, es necesario implementar una estrategia integral que combine medidas de prevención, represión y rehabilitación de las instituciones locales, la sociedad civil y la comunidad internacional. Además, se debe fortalecer el sistema de justicia, garantizando la aplicación efectiva de las leyes y la lucha contra la corrupción en todos los niveles.

Así como también resalto la inversión en programas educativos, capacitación laboral y desarrollo comunitario para romper con el ciclo de la delincuencia y brindar alternativas a quienes están en riesgo de caer en actividades ilegales.

La erradicación de la delincuencia no se logrará de la noche a la mañana, pero con una combinación de medidas preventivas, reformas institucionales y un enfoque en la igualdad de oportunidades, es posible construir un futuro más seguro y prometedor para todos los peruanos.

La inseguridad no debería ser parte de nuestra vida cotidiana. Es hora de levantar la voz y exigir un cambio profundo en nuestras políticas de seguridad. Nuestros niños merecen crecer en un entorno seguro, no en un lugar donde la delincuencia predomine.

El momento de actuar es ahora, para que las futuras generaciones puedan vivir en un país donde la delincuencia sea una excepción y no la norma. ¡Basta ya! No permitamos que nuestra tranquilidad sea robada por la inseguridad que reina en nuestras calles.

Articulo inspirado en los sucesos ocurridos el día 17/ 8/ 23 (asesinato con arma de fuego ocurrido en mi provincia de cañete.

Pamela Vilcapuma es estudiante de Ingeniería Industrial en la Universidad Autónoma del Perú