Cuando el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) secuestró la residencia del embajador del Japón, Morihisa Aoki, en diciembre de 1996, las autoridades se cuestionaron cómo es que 14 terroristas habían logrado irrumpir en una fiesta, evitando todos los filtros de seguridad que resguardaban esa zona de San Isidro.
Esa misma noche del 17 de diciembre, los emerretistas liberaron a gran cantidad de rehenes, entre ellos, a todas las mujeres y al personal de servicio. Tras ello, se supo que la policía dispuso interrogar a los mozos que atendieron en la fiesta.
Dentro de la residencia, el entonces canciller Francisco Tudela era continuamente convocado por el cabecilla del MRTA, Néstor Cerpa Cartolini, para conversar sobre distintos temas. En ese ocasión, el emerretista hizo una confesión.
"Cerpa me llamó, se rió y me dijo: '¡Siempre se la agarran con el proletariado! Pero nosotros teníamos dos personas en la recepción'. Nunca me dijo quiénes eran, pero lo intuíamos, teníamos la certeza", cuenta Francisco Tudela.
Más aún, el ex ministro afirma que tenía "la certeza de que había falsos rehenes".
Al tocar este punto, Francisco Tudela recuerda el rol que cumplía en ese momento Hidetaka Ogura, un diplomático japonés que trabajaba como consejero del embajador Aoki. Él fue quien, tras el rescate, denunció la ejecución extrajudicial del emerretista 'Tito' a manos de los llamados 'gallinazos'.
"No sé si el consejero del embajador era un infiltrado. Lo que sí sé es que era un convencido marxista leninista que estudiaba a [José Carlos] Mariátegui y que naturalmente sentía simpatía con los terroristas", sostiene.
"Literalmente, convivía con ellos e iba a informarle [sobre eso] al embajador Aoki en japonés, o sea que yo no entendía nada. Una vez al día le hacía un reporte completísimo, me imagino que de todo lo que había escuchado conviviendo con los terroristas", añade el ex canciller.
Para ese momento, Tudela junto al vicealmirante Luis Giampietri y otros militares y policías habían conformado un pequeño grupo que tenía como misión buscar la manera de escapar. Debido a casos como el de Ogura, ellos decidieron no compartir información con los demás rehenes.
"Teníamos miedo de que eso pudiera producir pánico o una división entre los rehenes o que gente asustada fuese y le dijese a los terroristas que traten de evitar un desenlace que los asustaba. Entonces, la comunicación con Ogura fue como con todos los rehenes, en el sentido de no informarle nada", comenta al respecto.
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Luciana León: "Teníamos una deuda con los comandos Chavín de Huántar" https://t.co/OxPaiuWDGB pic.twitter.com/T0uejRSYZn— Política El Comercio (@Politica_ECpe) 20 de abril de 2017