"El diálogo está puesto sobre la mesa desde el día que nosotros asumimos el Gobierno", aseveró Martín Vizcarra. (Foto: Presidencia / Video: TV Perú)
"El diálogo está puesto sobre la mesa desde el día que nosotros asumimos el Gobierno", aseveró Martín Vizcarra. (Foto: Presidencia / Video: TV Perú)
Jaime de Althaus

El presidente ha desechado una oportunidad de oro para solicitar un acuerdo con el  que le permita volver al Sí a la bicameralidad. Es un error que puede tener consecuencias graves para el futuro de la institucionalidad democrática y la gobernabilidad en el Perú. Tenemos que lograr que cambie de opinión.

La oportunidad era la sentencia del Tribunal Constitucional que declara inconstitucional la modificación a la cuestión de confianza introducida en la ley de reglamento del Congreso, que fue recogida en el proyecto que ahora va al referéndum y que fue la causa de que Vizcarra rechazara la bicameralidad.

Si dicha sentencia anula automáticamente –por analogía– la parte –ahora– inconstitucional de la reforma que va al referéndum, entonces el presidente no tendría razón para mantenerse en su negativa. Habría cesado el motivo por el que se opuso. Pero de los cuatro constitucionalistas con los que he consultado, solo uno sostiene que esa parte queda anulada de jure.

La alternativa sería, entonces, que el Congreso apruebe estos días, antes del referéndum, una ley que retire o modifique esa parte infectada de la ley de reforma, con lo cual el presidente ya podría enmendar su posición. Finalmente, la cédula solo pregunta si se está de acuerdo o no con la bicameralidad, y la cuestión de confianza no es consustancial a la existencia de dos cámaras. Pero de los mismos cuatro constitucionalistas consultados, solo uno considera que esa alternativa es válida.

Dos, en cambio, sostienen que ya no se puede modificar la ley de reforma constitucional, porque la Ley Orgánica de Elecciones establece el plazo de 60 días.

De ser ello cierto, la única salida sería un acuerdo político para que el presidente retome el apoyo a la bicameralidad a cambio de que el Congreso inicie desde ahora, o desde que se apruebe en el referéndum, un proceso de modificación constitucional de esa parte del texto. El congresista Tubino, vocero de Fuerza Popular, se ha manifestado a favor de una iniciativa en ese sentido, y Gilbert Violeta, de la bancada gobiernista, también. De modo que es cuestión de concretar el acuerdo con el presidente a la brevedad.

Se dice que si la bicameralidad no pasa en el referéndum, después se la podrá aprobar vía dos legislaturas ordinarias. Pero eso es políticamente inviable. Sería una burla al pueblo. Tendrían que pasar décadas antes de volverla a plantear.

El asunto tiene que resolverse ahora, antes del referéndum. Solo la indolencia impediría hacerlo. Un Congreso unicameral sin reelección será un daño irreparable. No solo será muy peligroso para la gobernabilidad, sino que impedirá la formación de una clase política experimentada y la consolidación de un sistema de partidos. No podemos regalar el país al albur absoluto.

El presidente debe pensar, por último, que la institución de la cuestión de confianza, siendo importante para equilibrar el poder de un Congreso opositor, es menos gravitante cuando dicho Congreso es bicameral, porque la existencia de dos cámaras limita en sí misma el poder del Congreso y modera arrestos abusivos o populistas. Piénselo bien, señor presidente.